Amor hasta el fin del fin

Amor hasta el fin del fin

Pamela Madrid

20/11/2018

Una niña se pasea en una dimensión distinta a esta , tiene cinco años y olor a azucenas. Se encuentra con el tío cura en el corredor de la vieja casa parroquial de Litueche y lo sigue . Lleva el traje de los días de misa , con una estola de color violeta. Esta orgullosa, es el color de su vestido.

En la iglesia la voz de la tía Carmen preside el canto , fue monja y tiene un tono vibrante, por el que espera halagos al fin de la misa. ¿habrá hecho alfajores? mm mm con manjar. El almuerzo en la mesa parroquial, es la mejor parte del domingo.

Los primos no están allí…que extraño, si son los acólitos. Deberían estar parados bajo los ángeles con faroles, de la congregación vicentina.

El tío Nino oficia la misa. El armonio de el rincón esta otra vez bueno, como nunca lo conoció la niña .

El sol pasa por los vitrales y le dibuja un arco iris encima a la tía Adrianita, la profesora, que con su rostro de beatitud religiosa, toca las teclas y «Sublime Gracia» inunda el templo, mezclado con el ulular de las palomas y el canto de la congregación. El tío Claudio está sentado al lado de ella ¿están otra vez juntos? se miran con afecto.

A su lado se sienta su prima Malú, con un vestido blanco como de primera comunión, le sonríe, esta muy hermosa , su mamá le toma la mano . La tía Maggie esta dichosa , no mira al altar, solo mira a su hija , como si de ella irradiara toda la luz….que joven se ve ¿porque no está el tío Jaime? el querría ver a Malú.

La niña se para porque ve a su abuela- mamá , alta delgada y mirando hacia el altar, se dirige hacia ella , pero el abuelo la toma en brazos y la hace girar, se sientan juntos al lado del tío Silvio, el joyero y se les une su papá , se la pide al abuelo y él se niega.

.- Tuviste tu oportunidad, le dice

La niña está muy contenta. La prédica siempre le da sueño, pero el tío está hablando de lo importante de ser familia, dijo lazos ancestrales , la palabra infinitos, infinitos, infinitos…rebota en su cabeza, se está durmiendo tal vez y siente la panza del abuelo, tibia bajo su rostro.

Con los ojos cerrados es feliz como hace mucho tiempo.

Otra canción suena y la escucha con los ojos cerrados «se que te amaré siempre ,yo se que te amaré, hasta el fin del fin» Demiss Roussos ,canción de bodas, que extraño, no parece de misa.

Una tristeza indefinida se le aloja en la garganta y los parpados como una telaraña, permanecen insensibles , no se abren, no quieren abrirse.

El abuelo la remece . La misa termina y reciben la bendición, las puertas hacia el corredor, soleadas , permiten ver las buganvilias . Pasamos bajo su frondosidad , el viento las hace susurrar .

La tía Elvia, reparte jugo, El tío Pelao, ¡todos están allí! ella no suelta a su abuelo, ¿donde están sus primos? Sólo está Malú de la mano de su mamá , le sonríe a la prima.

Una vez en el comedor , el viejo del reloj , toca la una y el sonido de su mecanismo a cuerda , hace que el tío cura diga «hay que aceitar a este viejo». Como siempre la tía Carmen sirve el almuerzo, comen y beben. La niña reclama que ella no tiene plato y su mama-abuela, molesta quiere sacarla de la mesa.

Un invitado toca , ella quiere soltarse de la mano de su mamá que tira en dirección contraria a su tata.

Entra Alonso, sonriente , con sus ojos color de miel y su chaleco de hilo burdeo , está radiante .Sus miradas se encuentran una fracción de segundo.

¿porque está el aquí? ¡esto está mal!

Gana su abuela y la saca del comedor, la niña se tira al suelo en el corredor, la puerta deja entrar mucha luz, ella lucha por no ser arrojada fuera, la mama-abuela la abraza .- eres muy valiente…le dice y la tira a través de la puerta, la niña cae al suelo, su vestido violeta se oscurece , se torna negro como un ala de cuervo.

La luz le ha herido los ojos, los tengo hinchados, las lagrimas me impiden ver .Quiero volver al comedor , estoy en el piso, frente a la urna de Alonso, lloro, ida de la razón, mis hijos me consuelan, están preocupados. Lo están descendiendo, extiendo la mano para arrojar una rosa, para tocar el féretro, para decirle ¡no te vayas -Vuelve a oírse la canción y Demis Roussos y yo decimos «te amare por siempre, hasta el fin del fin»

Y cuando mis hijos consiguen levantarme, las veo. Están allí , recién cortadas sobre el féretro hay una rama de buganvilias.»Hasta el fin del fin»…y recuerdo la mesa donde habrán puesto mis ancestros un plato más, y su sonrisa los debe haber encantado a todos, con su ternura y sus palabras sencillas.

Tal vez con su amabilidad habitual , aceite por fin el reloj y el viejito campanero , con su mazo para golpear la campana, y su túnica violeta, levante los brazos mas aliviado y pueda seguir dando las horas eternamente.

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