Hijos del tabaco

La perpetua zozobra de la sangre de humo tiene su origen en la ambición prehistórica del hombre que, disfrazada de civilización y futuro, desembarcó en Santo Domingo un día perdido de 1530.

Perdido era el día, perdida era la noche, y perdición fue lo único que llegó a la ribera de ese mar de hierbas << de raíz corta, delgada y fibrosa de donde nacen tallos de cinco o más palmos de largo, vellosos, desordenados, estriados y lisos; hojas anchas, oblongas y hasta cierto punto parecidas a las del lampazo; flores semejantes a las del beleño que dejan, cuando caen, cápsulas llenas de semillas.>>

Y tres.

Tres son los tipos de cadáveres que suscita el tabaco. Engendra ,en los pulmones del que lo consume, un negro tan sobrecogedor como el mismísimo vacío de la existencia, una oscuridad que hace carbón todo lo que ve y lo que toca. El color no solo se ve, sino que también se huele y se escucha.

Involuntaria y poco probable es la muerte del segundo cadáver, porque nadie se va por respirar aire de otro cuerpo, porque por pasivo nadie se ha ido.

El tercer cadáver, cadáver exquisito, es hijo del arte del egoísmo y el absurdo individualista, reyes de siglos pasados, CEOs de vidas modernas. Y cadáver exquisito es, porque su armado depende de varias manos, porque es el resultado de un trabajo colaborativo entre todos. Es su autor aquel que de sus manos sucias se enriquece y el que insatisfecho queda de una tierra sin nutrientes. Es el artífice de su dolor aquel que lo compra y lo vende, aquel que lo consume con los pulmones abiertos, y los ojos cerrados a la muerte. Pero que sería de los autores sin editores que acapararan sus obras, gobernantes codiciosos, avaros de riquezas, que no ven la sangre del suelo y mucho menos la que es necesaria para que el pan llegue a la mesa.

La autopsia del primer muerto reveló que fue víctima de sí mismo y de la imprudencia suicida de este mundo. Es la paradoja del rico, que teniendo los suficiente para vivir, decide pagar a diario su ejecución suprimiendo el oxígeno de sus pulmones, extinguiendo la vida de sus días. Pero el último, cuerpo deshabitado, agotado difunto, muere por la labor de la supervivencia, la sociedad los escupe a la tierra, cárcel de trabajo, y de su cuerpo solo brota sudor y sufrimiento. Y así solo conoce el regodeo de la pausa cuando siente que cae de rodillas ante la muerte, afortunado vecino que pone fin a su martirio, difunto padre, óbito hijo.

Y el mundo habla con júbilo sobre los avances que se han logrado, la gente se deleita enumerando detalladamente la labor humanitaria que ha de llevar a cabo en su vida. Y viven felices. Y viven ciegos. Y el arte de no oír ni ver, el arte de no sentir ni entristecer, se perfecciona cada vez más en un mundo sin sentidos, un lugar en donde es legal que un niño nazca, como una herramienta, destinado a ser golpeado, azotado de sol a sol, hasta que ya no tenga mango y el patrón busque alguna otra pala, que cuanto más pequeña sea mejor.

Todos nosotros, Artistas de este mundo de sudor y sangre, llegaremos orgullosos a perpetuar nuestra obra.

Haremos por fin que nuestro niño exquisito…

….. cadáver trabajador,

de una vez por todas,

se esfume como el humo.

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En argentina el trabajo infantil sigue siendo un método de enriquecimiento de grandes y medianas empresas. Las familias no encuentran otro modo de supervivencia mas allá del trabajo de todos y cada uno de sus integrantes. El mundo consume todo lo que ve y olvida que el precio se paga con sudor y sangre, que para que ese producto llegue a sus manos, un niño dejó de ser niño y se vio obligado a hacerle frente a la codicia del hombre.

Las tabacaleras latino americanas se nutren del trabajo desmedido y mal remunerado, en Argentina existen niños de 11 años que se encuentran trabajando (acompañando) a sus padres, aunque se ha aclarado que los niños también percibían el pago por parte de su patrón. La remuneración es de 0,74 pesos por cada caña, con un total de 30 cañas diarias. El trabajo de los niños, señaló AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos), incrementa entre un 30 y un 50 por ciento la producción del predio. Y se ha asentado la falta de protección e higiene, que resultan en pieles curtidas, maños cortadas y teñidas de verde por la manipulación de la planta.

El escrito hace alusión a las familias que hoy no tienen voz, a los niños que deberían volver a ser niños y a nosotros, consumidores y clientes, que tenemos el poder de cambiar las reglas del juego.

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