Recuerdo ese verano traspasar mi piel, recuerdo la risa de mi mamá por todos los rincones de la casa, me acuerdo de los juegos con mis hermanos, de las visitas de mi primo y de las travesuras que no faltaban. Me acuerdo de los despertares a la mañana y del agua de la pileta en la tarde. Mis recuerdos son lejanos, pero estoy calmada y se sienten bien. Mi mamá era feliz y nosotros lo éramos junto a ella, el olor a pasto mojado del parque inunda mis fosas nasales muy a menudo, el tiempo no parecía pasar y todas las risas eran guardadas en mi interior, como ahora, con unos pocos años de más, con la risa intacta y aunque separada de mis hermanos y mi mamá; aún recuerdo nuestros momentos felices, aún sostengo todos nuestros juegos y las travesuras que solíamos hacer y cómo después nos arrepentimos. El verano, ese verano que hoy me sacude de un lado a otro, ese en donde fui feliz, hoy es un recuerdo, hoy se siente distante, hoy los juegos ya no son y el tiempo ya pasó. Ahora el tiempo es otro, ahora la distancia es la que me traspasa la piel y no ese verano. Hoy despierto con la nostalgia de estar ahí, con la vida cruzada, con mi mamá más grande y mis hermanos también, hoy despierto sin sus abrazos ni sus besos, hoy en día no como su comida, ni tampoco nadie me hace reír como mis hermanos, ahora busco refugio en otros brazos que no tienen su olor y que tampoco contienen su dulzura. Hoy estoy lejos, de ese verano, de esos juegos y de ese tiempo. Hoy quiero volver, una vez más, el tiempo atrás.
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