Como en toda familia, en este caso la mía , [con un apellido casi único, salvo una excepción, en Tenerife, los Ojeda, procedentes de La Orotava, lugar al cual llegó desde Gran Canaria, hace seis generaciones mi tatarabuelo»el viejo Mariano»] , hay cientos de cosas que no salen en los árboles genealógicos…

Y, siguiendo la tradición, en la mía, va saliendo la realidad, mientras voy recopilando historias, y no solo las oficiales, sino todas… y, voy viendo que, como en todas las familias, en la mía, también hubo de todo.. como dice mi tío, junto al que vivía.

Mi familia, honrada y digna, sobria, de tradición, religiosa, mi familia, con su nombre.

Y, no es que fuera noble, pero sí que, escuchando las narraciones familiares, hay algo que nos caracteriza, y es que somos una familia hospitalaria y acogedora.

Y, al escuchar con pasión, a a los que guardan nuestro legado en su memoria, es con eso, lo nuestro, lo auténtico, con lo que me quedo. No conque hay que vivir guardando las apariencias, y estando toda la vida atado, al sagrado matrimonio, tan típica creencia en mi familia, y, tantas veces fatídica…como en el caso mi tía abuela, que decidió acabar con su vida.

Yo me quedo con un tío abuelo mío, directo de rama paterna, y sintiéndome orgullosa e identificada, porque él fué valiente, siguió lo verdadero, fué digno. Renunció mi antepasado a ser «un señorito», que, eso sí, mi familia, como tantas otras de La Orotava, tuvo su gloria, sus tierras, y mucho de ello, aún de herencia en herencia, se conserva…

Según me cuentan los míos, este, mi tío abuelo, se fué a trabajar en lo que entonces había.. a un saladero de pescado, y duro, pero cierto, que en la memoria familiar está, que al pobre se le subían hasta los gusanos por las piernas… en el lugar. Y también fué a trabajar de fogonero, en la refinería, por casarse con la escogida de su corazón y no por alguna «impuesta». Yo, me quedo con ese Ojeda. El que fué coherente, siguió sus sentimientos…su propio criterio e hizo su vida, más allá del nombre, apariencia, familia y dote. Ese, para mí, el hombre con valores propios, que no se hunde por nada, ese al que me parezco, a ese sin saberlo, honré, y más le honraré ahora, que, buscando mis raíces, descubro por qué soy como soy, sin pretenderlo… libre, sin precio, sin más ataduras que las de mi alma, sincera y fiel a mi misma, contra toda «apariencia».

Y, aunque trataron de quebrar mis alas, mil veces, por el camino, en nombre ante todo, de la moral, la falsa moral que abunda, en toda nuestra cultura… volé un día, mi propio vuelo, y, de nada me arrepiento.

Y, así, voy viendo quién soy, sin haberlo buscado, ni imaginado, al reencontrarme paso a paso…con las historias de mis antepasados. Al encontrarme con los que viven, y aún no conocía. Al verme reflejada en ellos, y a entender de dónde me vienen tantas cosas, que me gustan y amo igual que los míos, sin saberlo…hasta ahora.

Cosas que no supe apreciar tanto como verdaderamente merecían, que no supe ver porque creía o así me hicieron creer, que son tonterías, y, que lo único que vale, en esta vida, es tener un título, como tantos de mi familia… pero, cuando veo los mismos rasgos, los mismos dones, en mi familia, también en la que no tiene títulos… muchos los más auténticos, que sin llevarlo escrito en ningún papel «de nuevo», demuestran que hay cosas que se llevan dentro… han luchado por ello… por el arte, por las letras, por la música, porque les nace, como a mí. Y yo, dejándolo enterrado en mi pasado, tantos años…

Amando desde niña las mismas cosas, creyéndome nadie, creyéndome absurda…representando mi auténtico yo, justo esas cosas. Y así lo descubrí , paso a paso, haciendo el árbol genealógico de mi familia, idea que nació espontánea, al conocer a un primo segundo mío, artista.

Por el camino, revive en mí la pasión por pintar, escribir, cantar, crear, sentir… y hasta descubrir el amor verdadero, sin buscarlo, nada más que, por curiosidad, conocer la historia familar y a mis parientes, que, viviendo todos tan cerca, el destino del pasado, dividió. Y, escucho lo que ven los demás, también, los que observan desde fuera…como al nombrarme «la mirada Ojeda», y, es cierto, está muy presente en las antiguas fotos y en las del presente, esa mirada seria, y apasionada a la vez, que parece traspasar a quien mira. También me dicen que eran y seguimos siendo elegantes y «presumidos», la mayoría, y no sólo los viejos… y también un amigo, que me ayudó a buscar datos, me dijo que mi familia está llena de uniones de primos segundos.. y yo pensando que solo eran mis padres los primos que, contaba mi madre, se enamoró ella de mi padre desde niña… nada más verse, y que más tarde mi madre lo enamoró por su parte, con sus cartas, mientras él hacía el servicio militar… con las letras… de nuevo.

También me dijo este amigo, que había mucha información que un tío segundo mío, publicó en Internet, un tío del lugar de procedencia de la familia, de Gran Canaria. ¡Maravillosa sorpresa! Algún día lo trataré de localizar, pues escribió la historia nuestra desde la época de la conquista…

Ahora, entiendo la frase de que la sangre tira, y ahora, gracias a ellos, superó estúpidos complejos, y, decido, como tantos de mis primos, y como mi hermano, sacar afuera lo que llevo dentro, encerrado desde niña. Me llena y me hace felíz… y así sigo mi camino, superando prejuicios tan equivocados.

Y tanto erré en el camino, viajé y viví tantos años en el extranjero, para volver, muchos años después, a ser lo que soy, a donde nací, de donde soy, aquí, en La Orotava, con mi familia, con nuestra tierra, y con nuestro pasado.

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