La última Canción

La última Canción

Christian Salas

07/09/2018

De repente estaba todo oscuro, las luces brillantes que encandecían la vista se apagaron súbitamente, sé que esa es la señal, sé que tengo que prepararme. Escucho un extraño sonido, mucho jubileo, trato de no distraerme en eso, necesito enfocarme, ningún reto me ha hecho retroceder, no voy a empezar ahora.

En eso pienso mientras escucho una cuenta regresiva, ese tipo de detalles me dan algo de ansiedad, mis manos comenzaron a sudar desde hace ya rato pero no lo había notado, siento vacío el estomago pero no importa, la cuenta llegó al final.

Todo se ilumina nuevamente, frente a mí se levanta una cortina, me indican que avance como si no supiera ya lo que debo hacer, veo un cuadro abrumador, demasiada gente emocionada, luces por doquier, un escenario gigantesco, aplausos y gritos de emoción. Ahí están ese es mi alimento, mi mente sabe lo que mi cuerpo debe hacer y los dos se sincronizan, saludo al público veo a las cámaras y animo a mis compañeros, esto es lo mío, como pez en el agua.

Esa noche toque e interprete la mejor de mis piezas, dominé mi instrumento con maestría, jugué con los matices de la canción, la conocía como conoces a una mujer desnuda lentamente vas quitando sus barreras, tratala bien, cuídala y te irá mostrando sus capas más intimas, he desnudado esta pieza para mí público.

En mis manos esta otra dama, mi guitarra, ella también exige atención con sus cuerdas voy tejiendo el hechizo con el que hipnotizó a la audiencia, no puedo dejar caer ningún acorde, el ritmo aumenta desenfrenado mis dedos se mueven con precisión, comienzo a sudar, la presión se puede cortar con un cuchillo.

Conforme llego al clímax de mi interpretación, veo algunas personas en tensión, observan expectantes temerosas de que la melodía se caiga por algún error, a mi no me preocupa en lo absoluto, conforme me acerco al final el ritmo va bajando el tono se suaviza, llega la última nota el último acorde y el público estalla.

Veo rostros en lagrimas por la letra de la canción, algunas caras cargadas de emoción por la interpretación, personas de pie chocando sus palmas, lo agradezco, por eso hago esto. Sé que no me he equivocado en seguir esta pasión, desde que mi abuelo me regaló mi primera guitarra ya estaba escrito que a la música yo le pertenezco y él tuvo la certeza de saberlo antes incluso que yo, se lo debo, ojalá este observando, esto también es para él.

Cierro los ojos y todo es negrura otra vez, pero hay algo que me inquieta aún más, el silencio, ya no escuchó al público y eso me asusta en su lugar percibo otro sonido, algo molesto me suena familiar pero no sé que es, suena un “pip-pip-pip” repetitivo y constante casi rítmico, no para, ¿Qué pasa? es desconcertante.

Siento un dolor punzante en mi cabeza, escenas de un accidente vienen a ella, son flashbacks dispersos, voy por alguna carretera y llueve, la pista esta mojada, mientras el ritmo del “pip” aumenta, paso varias curvas,la siguiente es más pronunciada y casi no hay visibilidad, los frenos no respondieron, ya estoy entrando en pánico y la veo, una luz enorme frente a mí, se acerca a gran velocidad.

Dios ese maldito “pip” es insoportable, es ahogado por el sonido de lamina al golpearse, estruendoso, vuelve a estar todo oscuro. A lo lejos se abre una puerta, de ella sale una luz blanca, mi abuelo está parado y me hace señas para que me acerque, atrás de él trae colgada mi guitarra del hombro, me tiende su mano y sin pensarlo se la doy no lo he visto en demasiado tiempo pero sigue igual desde la última vez.

Esa luz blanca atrás de él brilla más fuerte ahora, me ha cegado, no veo nada pero siento paz, calor, es agradable sé que estoy sonriendo, ahora escucho las notas de mi guitarra y mis canciones favoritas, pero lo mejor es que ya he dejado de oír ese molesto “pip”.

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