Aquel viaje (como todos) me producía pavor.
Años de adolescencia en los que los sentimientos se hacen grandes, grandes hasta ocuparte todo el corazón, años en los que debería descubrirse la belleza de la vida, que es lo que te pide tu incipiente Yo… pero no, las cosas no iban por ahí. Mi padre nos metía como podía en su utilitario: generalmente cuatro; aunque a duras penas cabíamos, y el calor tórrido del verano, unido a que los coches no llevaban aire acondicionado hacía el largo viaje insoportable.
Mi padre era un soñador de sueños rotos, un viajero perdido que jamás llegó a su destino, un barco sin vela zozobrando siempre en la vida. ¿Qué mas puedo decir?… Pero no era justo, padre, mi vida estaba empezando, necesitaba tu ayuda para orientarme en el medio de la tormenta…
Padre: ¿estás ahí? ¿puedes oirme?
No, no me oyes… Entonces me repliego en mi misma y para defenderme empiezo a elaborar mis propios sueños, que toman realidad en mi cabeza. Me evado… Me voy a un mundo hermoso; al mundo de las flores y los sueños cumplidos, me veo amada por mi amado…
Me pierdo… Me pierdo…
Estoy flotando en un campo de margaritas y lavanda… El sol le da luminosidad,le hace brillar , el agua del viejo río apenas puede correr de tan cubierto de flores, el cielo de un azul transparente se deja mimar por unos cirros que parecen de algodón y que le acarician con dulzura…
Ya le veo: está ahí, tostado por el sol, con su pelo rubio y su sonrisa ancha. Su boca es lo que mas me gusta, su boca es la que deseo con todo el ardor de mi juventud. Tu me quieres también; lo veo en tus ojos, lo siento en la ternura de tu abrazo cuando bailamos… Me abrazas mientras nos movemos al son de nuestros propios corazones…
Estás conmigo y se que tu harás realidad mis sueños…
Caminamos cogidos de la mano entre el fragor de las chicharras, y ese amarillo ocre de nuestro campo en verano… Nos sentamos a la sombra de una encina y hablamos… Palabras sencillas de alguien que hace poco que aprendió ha hablar.Tu mano coge mi mano, y un sentimiento de gratitud me invade: ¡Me quieres! ¡Que bonito suena esto!
Un movimiento del coche me despierta, y me veo de nuevo aquí, en esta triste y maltrecha carretera, embutida en un coche en el no cabemos, en el que el sudor nos mantiene pegadas unas a otras. Mi padre al volante perdido en su propia vida. Creo que el también querría salir de esa red que le atrapa, pero no sabe…
El coche rueda, mi padre llora por dentro. Por fuera solo le salen las palabras que no debería decir, pero es que no conoce otras…
Se acabaron los viajes Papá: el coche se ha detenido.Ya no volveré a soñar con la belleza, mientras tu nos conduces carretera adelante.Ya no hay tiempo para ti, ya no hay tiempo para el, que cubierto de herrumbre se ha fundido para siempre con esa tierra que tanto amaste.
FIN
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