Dejé las maletas y me fui a buscarla enseguida. La puerta acristalada insinuaba los contornos de su interior repletos de aventuras. Entré a verla, recorrí con mi mirada todos los planos posibles de su cuerpo. Era bella, mucho.Me envolvió cálida, en medio de un bullicio que ni siquiera podía afear nuestro primer encuentro. Mientras disfrutaba de su plenitud, me transformé en un barco rabelo lleno de libros que viajaba por el Duero acompañada con las barricas del mejor Oporto. Me aviso el gong en mi cabeza: mi deseo se había cumplido. Y en paz conmigo misma, salí de Lello, una librería gran reserva, de intensó buqué, que te deja casi ebria.
LIBRERIA LELLO (OPORTO)

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