Voy a contarles una historia de tantas que tiene Juan.
uan debía realizar un viaje para conocer a una chica personalmente, que tal vez podría llegar a ser o no, el amor de su vida. Se comunican a través de las redes sociales y de hecho así también se conocieron; mantienen contacto también por mensaje de texto; parece estar todo perfecto, como él lo hubiera soñado. Ambos viven en distintos países, pero esto no detiene a nuestro actor principal. En el transcurso de su vida, Juan, vivió momentos extremos, llegó a tirarse desde un árbol a más de 10 metros de altura para caer encima de ramas secas con solo 7 años de edad. Incluso varias veces estuvo a punto de perder su vida, se podría decir que tuvo una vida salvaje de niño; lo que se entiende por salvaje, viviendo en la provincia de Buenos Aires, con muy bajos recursos, y en la década del 80-90, sería ir al campo a cazar para comer, treparse a los árboles para disfrutar de los nísperos, ciruelas y moras. Los terrenos de esa epoca, en el partido de «Moreno» no estaban delimitados por alambrado y a veces quedaba a criterio de Juan, si el árbol le pertenecía o no, a la casa de al lado. Correr y treparse a los arboles era toda una destreza que tenía, para salvarse de ser mordido por los perros que cuidaba la casa y espantar a quienes quisieran entrar a comer de sus deliciosas frutas.
Volvía a la casa, cuando el horizonte tapaba la mitad del sol. Criar gallinas y patos, para luego servirlos en la mesa en épocas de fiestas, era algo común para él. En la noche jugaba con sus amigos de la cuadra, a las escondidas; el escondite podría ser cualquier lugar: plantas, ligustrinas, zanjas, incluso el patio de la casa de cualquier jugador, estos eran lugares ideales para no ser visto. Tener esta variedad de escondites es más grande que el océano pacífico para esa edad, pero en realidad era 1 cuadra a la redonda. Podría llegar a pasar cualquier cosa, incluso luchar en una carrera a muerte con el que «busca», par a par e intentar salvar a todos tus amigos.
Su familia todavía no tenía celulares y solo los que tenían plata podían conseguir un «TANGO300”. Jugaba a la pelota, hasta altas horas de la noche en la vereda de su casa, sin riesgo a ser matado, raptado, atropellado, ni nada que se le parezca a la actualidad; con un grito de su madre, era suficiente para que entrara enseguida a la casa a comer.
Ahora de adulto, se encuentra preparando todo para su viaje; faltando 2 semanas para su vuelo a Colombia; lugar donde reside la chica que está conociendo por las redes sociales.
Empezó a buscar su libreta sanitaria ya que necesitaba saber si alguna vez le pusieron la vacuna contra la fiebre amarilla; en los países de Sudamérica es recomendable tener dicha vacuna, y en algunos casos no te permiten entrar al país por no tenerla. Tomo la libreta sanitaria infantil, una verde agua, ya vieja, con las hojas amarillas, algunas partes pegadas con cinta scotch por el mal trato del tiempo. Al abrirla, leyó en la 3er hoja de la libreta, «Entrega de la libreta 5-4-1988, fecha nacimiento: 03-02-1988, semanas de gestación: 40” y el nombre de su madre.
Giro un par de páginas más adelante y vio las vacunas que le aplicaron a los 12 días de haber nacido, a los 6 años, a los 9. Ahí se quedó un rato con la libreta en la mano imaginando ser padre en algún futuro, se preguntó que haría si llegara a pasar, no sabría qué hacer en el momento que naciera su hijo, donde tendría que ir, qué papel debería llenar, a quien debería dirigirse, quien debería darle la libreta sanitaria de su hijo, los pasos a seguir luego de un nacimiento y las miles de dudas que tiene cualquier padre con su primogénito, y seguramente también esas dudas tuvieron sus padres; los ojos le brillaron como perlas verdes.
Recordó el hospital viejo «Mariano y Luciano de la Vega» de la localidad de Moreno, donde actualmente es una morgue; visualizo los pasillos verdes, con las paredes descascaradas, caminando de la mano con su madre, yendo al consultorio del doctor para ponerse la vacuna de los 9 años.
Volvió paginas atrás de la Libreta Sanitaria donde aparecían su talla, peso y meses de vida; el control que se les hace a los bebes los primeros meses de nacimiento. Y en la carilla de al lado lee de nuevo el nombre de su madre con más detenimiento «Silvana Lourdes Matteo» Una imagen le vino a la mente; «su madre sudada por el parto natural»; haciéndolo sentir bebe una vez más; las lágrimas caían de los ojos de Juan, recordando que alguna vez estuvo en el vientre de su mamá, y creyó entender porque lloran los bebes.
Ahora se esta preparando para su viaje a Colombia. O quizás, su viaje comenzó al nacer.
No podría asegurar, que pasara con la chica que irá a visitar, de hecho, no podría contar esa parte de la historia aún. Pero si puedo decirles que hubo un instante en su mente, donde se unieron los recuerdos del pasado, el futuro incierto y lo que vive. Tal vez sus lágrimas, fueron producto de la unión, entendiendo que el «hoy» es un regalo, por eso se llama “presente”; y quizás en su momento, por eso lloraron los padres de Juan al verlo nacer.
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