Todos viajaban juntos pero, en soledad. En la televisión estaban dando «mentiroso compulsivo», interpretado por Jim Carrey; cuando acabó el film, que los pasajeros escuchaban con los cascos puestos, empezó la película que estaban viviendo en el tren; un viejete delgado y borracho que contaba sin parar el mismo chiste, el cual no le dejaban acabar porque, tambaleándose y balbuciendo, volvía a caer en su asiento; una mujer de unos cuarenta años que iba a encontrarse con su tía política, la cual padecía Alzheimer; la mujer sentada a su lado se hizo su confidente.
Todos se reían juntos y de las mismas cosas; fue un viaje muy divertido; eran muy divertidas las historias cómicas que allí se contaban; cada uno con sus tristezas y alegrías, como en el viaje de la vida; al llegar a Almodóvar del Campo se bajó el viejete delgado del chiste de los tres borrachos como él; «ya son ocho abuelo!» le decía la estrella de los chascarrillos, el que los contaba sin parar y al que todo el mundo escuchaba.
Siempre se dice «pronto nos veremos» o » cuando pases por tal sitio ven a visitarme» pero, esto casi nunca se cumple.
El tren circulaba a una alta velocidad, sus cuerpos se movían con el traqueteo, todos estaban ansiosos por llegar a sus destinos
Cuando viajamos nos damos cuenta de la distancia tan grande que nos separa de nuestros seres queridos; estamos a tan sólo unas horas en tren, autocar, avión u otro cualquier método de locomoción pero, nos separan las nuevas vivencias, costumbres, nuevos trabajos y nuevas formas de vida. Poco a poco nos vamos convirtiendo en personas muy distintas a las que partieron de su lugar de origen hace años.
Ya no somos los mismos pero nuestro núcleo sigue intacto, nuestras raíces siguen influyendo en nuestra forma esencial de ser; a ratos nos sentimos más solos, más perdidos, para continuar volviéndonos más serios, más seguros, más estables; en según qué ocasiones de ese viaje que es la vida, volvemos a sentirnos como niños vulnerables, asustados, desconcertados y con incertidumbre; todo es aprendizaje, inseguridad, certeza, miedo, alegría, decadencia, optimismo, debilidad, fuerza y energía… A cada cual le va de diferente manera que a los demás y que a sí mismo, según la etapa de la vida que se haya superado o que esté por venir; todo es un continuo aprendizaje y un viajar.
El paisaje de los campos de olivos, viñas, trigo, cebada, maíz, girasoles…., que vamos observando al pasar el tren ya nos conocen de habernos visto pasar de largo en otras ocasiones; ellos siempre están allí, esperando que pasemos o no; los que viajamos de vez en cuando por esos parajes apreciamos su presencia, que nos sirve casi de compañía, que ayuda a sobrellevar la nostalgia de todo aquello que un día dejamos atrás, ya fuera por voluntad propia o por aquellas cosas del destino
Hace bastantes años esa mujer, que ahora viajaba a Ciudad-Real a visitar a su tía con Alzheimer, era una niña asustada que se trasladaba en ese tren, aunque mucho más veloz y moderno; ahora la niña asustada era su tía, que ni siquiera recordaba que su sobrina venía a verla desde Barcelona; habían cambiado las tornas en el viaje de la vida.
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