El viaje a lo eterno

El viaje a lo eterno

Qué lejos está el camino.

Me han dicho que lleve calzado cómodo, algo para la lluvia y un par de calcetines para cambiarme cuando se me hinchen los pies.

Mi camino será único. No me importa tanto llegar. Quiero disfrutar de la ruta.

Belén me comentó todo lo que me espera, pero no quiero planes ni ideas “pre”’, como dice Juan. ¡Quiero volar con el impulso de mis pies!

He llegado a tiempo para verla, majestuosa…La catedral de los pobres en la cima del mundo.
Entro y me sobrecoge el silencio. No quiero hacer fotos. Quiero sentir.. Sentir el recogimiento y la serenidad que busca la humanidad desde hace siglos.

Pienso en Juan y en sus palabras,
-Ahora, justo ahora tienes la maravillosa idea de huir, porque no me digas, ésta es otra huída- y sola- porque quién sabe si encontrarás a Belén…

Pero Ana se marcha a sentir.. A intentar descubrir qué vivieron los que nos llenaron de arte.
Sobre el empedrado va dejando también sus huellas o eso le parece. Siente y siente que respira vida gracias al majestuoso trabajo de los artistas que vivieron hace siglos.

Esa fachada me parece irrompible, imperecedera, se gestó para ser admirada. Sus sinuosas curvas y sus detalles labrados me hacen imaginar…
Y el artista …. Cuando me acerco y la toco, siento lo que quiso legarnos..

Ahora siento lo inmortal del tiempo y creo en el amor.
En contra de lo que pensé, creo en tu amor, en tu amor Juan.
Por eso ¡deja que vuele y te encuentre!

Me adentro en la basílica y veo la maravilla del tiempo que nos une, y no evito dejar que me lleve el tiempo y sus dioses.
He descubierto la esencia del arte y del hombre gracias al artista.

Me he desnudado en cada trozo de eternidad floreciente y allí me he quedado, en la ciudad del arte, para poder disfrutar de cerca de todo lo que admiro como eterno.

(FLORENCIA)

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