Derrite sus aullidos por las calles,
Y guarda en un cajón,
Lo que a la lluvia no quiso contarle.
A menudo el silencio de sus ojos
Buscan la sonrisa de una madrugada,
Sueña con poder contar
Los lunares de su espalda,
Quizá hoy exista un mañana.
Taciturno, secuestra amapolas a destiempo,
Sus penas flotan en un vaso de ron
Con las lágrimas del hambriento.
Arrastra pecados,
Mientras busca respuestas sobre sí mismo,
Intentando descifrar la cólera del laberinto,
Entre estrellas y juegos de niño,
A veces tropieza con el cielo en el camino.
Cada noche, el recuerdo de un viejo colchón
Que guarda su llanto, que escapó del rebaño,
Y se escurría entre sus dedos
Una vida de sonrisas fingidas.
Y en ocasiones se detiene a escuchar al viento
Y se ahoga en los versos de algún poeta muerto.
Y le llamaron loco…y le llamaron lobo.
Natalia Guerra.
LA GUARIDA DEL LOBO. CABO DE GATA.
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