Los últimos acontecimientos obligaron al director general a convocar al consejo de administración de la empresa:
» Como director general de la compañía, me he permitido convocar al consejo ante una situación de emergencia sobre la cual estimo que se hace necesario tomar una decisión de carácter inmediato.
Como ustedes saben nuestra compañía mantiene hasta la fecha los ratios de productividad más altos en el sector de la distribución de productos. Hemos confiado plenamente en las más avanzadas tecnologías y hemos sido compensados por nuestra decisión. La incorporación de robots a todos los niveles posibles, especialmente en la búsqueda de las mercancías en nuestro gigantesco almacén de seis plantas de altura y un kilómetro cuadrado de base, es determinante para alcanzar tal estándar. Les recuerdo el éxito que supuso para la compañía la adopción de nuestro primer robot, Sansón, que nos permitió reducir la plantilla en un 10% y aumentar la productividad en un 20%.
Posteriormente, la adquisición del modelo Tifón supuso un aumento adicional del 10% en nuestra productividad. Es cierto que sufrimos una incidencia como consecuencia de la incompatibilidad de carácter entre Sansón y Tifón, llegando ambos incluso a las manos, pero se resolvió de inmediato con el desguace de Sansón y la sustitución correspondiente por otro modelo Tifón.
El pasado año hemos incorporado a nuestra organización el modelo Inteligent: tres unidades como saben ustedes. Este modelo más avanzado se caracteriza por su capacidad de autoaprendizaje. La cabeza de este humanoide es similar a un queso manchego y alberga en ella doce cámaras de visión de espectro ordinario e infrarrojo. Pueden autoaprender hasta doce tareas humanas al mismo tiempo debido a su capacidad visual y a un computador principal que trabaja en tiempo real y multitarea. Inteligent se traslada de unas a otras ubicaciones dentro de la fábrica haciendo uso de su tren inferior constituido por una plataforma que incorpora seis ruedas de tamaño medio; puede moverse sobre superficies horizontales y rampas pero no le es posible subir o bajar escaleras. El rendimiento del almacén con los tres Inteligent adquiridos ha aumentado en un cincuenta por cierto.
El trabajo con Inteligent obliga a llevar encima constantemente una tarjeta de identificación que vía Bluetooth, nos interrelaciona con cada uno de ellos y con la red local que mantienen entre si: ahora, somos una familia. Cuando hablan entre ellos o envían mensajes a través de su red local lo manifiestan haciendo parpadear un piloto rojo ubicado en su parte superior. El nombre de los objetos manipulados en el almacén, lo expresan ante nosotros mediante mensajes en su pantalla pectoral: libro, DVD, patín, zapatos, etc. Eso sí, basta desprendernos de dicha tarjeta para que el robot nos ignore como colegas y nos pase a la categoría de objetos.
Pero he aquí la cuestión. Es el caso, que en el ultimo informe económico trimestral percibimos una bajada notoria en el rendimiento de la compañía. En principio hemos supuesto que por alguna circunstancia desconocida para esta dirección, el personal puede no estar suficientemente motivado para alcanzar sus objetivos. Entrevistas aleatorias mantenidas con diversos profesionales de la plantilla no han puesto de manifiesto circunstancias especialmente significativas en este sentido. Consideran nuestros empleados que la compañía va bien, que tienen posibilidades reales de promocionar, de aprender y que los tiempos empleados en descansar y tomar un par de cafés a lo largo de la mañana o tarde, o el mismo uso a voluntad de los aseos, están dentro de lo prudentemente esperado.
En un estudio más concienzudo de los datos históricos, encontramos que se daba un valle de productividad en los robots en el entorno de las diez de la mañana. Que se repetía a eso de las doce y por la tarde volvía a darse el mismo ciclo sobre las diecisiete y diecinueve horas respectivamente. Tomamos entonces la decisión de testearlos. Así que me presenté ante cada uno de ellos con mi tarjeta Bluetooth para ser reconocido y les di la doble orden “stop stop” para inmovilizarlos y detener su ordenador principal. Después y también como establece el protocolo de mantenimiento, pulsé sobre la pantalla pectoral el botón de chequeo y esperé. Al medio minuto tenia la confirmación del análisis ante mí: “No se aprecia problema alguno”, decía el mensaje. Igualmente en los tres casos.
En la tarde del día 12 pasado, reflexionando, pensé que estos robots, que aprenden tanto y constantemente de los humanos, podrían manifestar alguna caída de actividad, precisamente, en el momento en que el coeficiente de azúcar en sangre de nuestros empleados también baja. De ahí, esos momentos de esparcimiento que disfrutan por parte de la compañía para el consumo de frutas, cafés y bollería, que les animan a mantener el nivel de eficacia en las tareas. Pasé a la acción y sobre las diecisiete horas busqué por el almacén al Inteligent número 1 desprendiéndome previamente de la tarjeta Bluetooth con el fin de no ser detectado. No lo encontré a pesar de que recorrí el almacén hacia arriba y hacia abajo durante más de una hora. Tampoco vi al Inteligent número 2, ni al número 3. Me decidí a relajarme un rato y tomarme un café. No se lo van a creer: Allí estaban, junto a la máquina del café, con los pilotos rojos superiores en intermitencia continua, cada uno con un vaso en la mano y un mensaje en cada una de sus pantallas pectorales: “Expreso”, “Capuchino”, “Descafeinado”. «
Al día siguiente, el director general publicó las conclusiones de la reunión del consejo de administración en los tablones de la empresa.
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