Horas en la oficina

Ahora no podía concentrarse. Saber que iba a verla en unas horas….puff, realmente le iba a costar mantener las manos lejos de ella, porque no sabía lo que era, pero instintivamente tendía a tocarla, aunque sólo fuera rozar sus dedos. Ahora que pensaba en ellos, lo que le gustaría que le tocasen esos dedos, ¿cómo serían? ¿De esos que notas firmes? ¿Serían fríos o cálidos?. La verdad es que para él eso era importante, tendía a dejarse llevar por esas primeras sensaciones, le gustaban las manos firmes y calientes, nada de esas mujeres que tocaban con las manos inertes, que no te transmitían nada… Seguro que ella no era de esas, eso esperaba, eso deseaba más bien. Lo que daría ahora porque esas manos le estuviesen tocando, acariciando la nuca, rozándole con los dedos por la cara, desabotonándole la camisa …sabía que era mejor dejar de imaginar, más que nada porque tenía por delante una reunión de 2 horas, pero las imágenes venían a su cabeza como fotogramas de cine, lentas y oscuras  escenas.

Ahora no podía recordar bien su presentación, “concéntrate Ramón, por favor”, se dijo. Pero sus ojos estaban fijos en aquella mujer que hablaba, en sus manos que se movían explicando los razonamientos y en su rostro que expresaba esa inteligencia que tanto le atraía.

-‘Qué?. Disculpe, puede repetirme la pregunta?’

-‘Bueno Ramón, que nos gustaría escuchar su opinión. ¿por qué su empresa ha votado en contra de la fusión?’.

Su corazón empezó a golpearle fuertemente en el pecho, mientras sus ideas mezcladas trataban de salir de su garganta, intentó decir algo coherente pero se quedó en un leve mascullo y se escuchó diciendo: ‘No, no, estamos de acuerdo, apoyaremos la fusión’

Horas más tarde, ya solo, en aquella oficina que nunca volvería a ser suya, se rió por dentro y se dijo: «Ay Ramón, Ramón, 40 años de trabajo y al final te vuelves loco por una mujer»… y salió despacio de su despacho, sin mirar atrás, sin recoger nada, pero con una sonrisa y con el olor de aquella mujer en su memoria.