Soy empleada de hogar. No. Solo trabajo limpiando. Yo soy periodista. Tampoco. Únicamente, me licencié en periodismo.
Esta fina línea entre lo que somos y como nos ganamos la vida, llega tantas veces a confundir, que nosotros mismos, olvidamos a veces lo que somos. Y el periodo que nos otorgamos para pasar por alguna profesión u ocupación que no nos representa se alarga, sino por las circunstancias, por olvidarnos de nosotros mismos, hasta que esa inquietud que siempre tuvimos sale de nuevo gritando que no estamos en el sitio adecuado.
Empecé a trabajar como empleada de hogar diez años atrás, cuando todavía no sabia lo que era, pero si lo que quería hacer. Hoy, sigo limpiando, sabiendo bien quien soy, pero casi sin saber que hacer. Lo consideraba como un periodo “de tránsito”, para poder pagarme los estudios. Lo hice. Transité por trenes y autobuses, con libros y cursos, entre cocinas a fondo y limpiezas de cristales, entre pasear de perros y tender de ropas. Recordando, siento que fue el periodo en el que, sin ser todavía consciente de la rapidez con la que pasa el tiempo, lo estuve aprovechando al máximo. Por que perseguía un fin, y deseaba alcanzarlo.
Me licencié. Con 10. Después de estudiar a distancia, sola, cansada. Orgullosa. ¿Y ahora que? ¡Tanto tiempo libre de repente! ¿Homologar estudios? ¿Buscar trabajo de periodista? Lo que más pude conseguir sin renunciar a lo que cobraba, fue ir de voluntaria a un periódico para ganar experiencia. Ir de becaria me suponía renunciar a mi trabajo, que ya no era un simple tránsito, sino el subsistir mío, y de otros más. Y si unos padres habían mentido que tienen pan, para yo seguir el plan de mi vida, yo- y no por ser una hija, hermana, o tía estupenda, sino por puro egoísmo humano, para asegurar la tranquilidad de mi consciencia- no habría podido seguir un paso, sin la certeza de su bienestar. Y continué, estando al acecho de otra oportunidad. Mientras, seguí limpiando casas…
Y si al principio mi vanidad me obligaba apuntar que “soy periodista” después de decir en que trabajaba, he comprendido con el tiempo que lo importante es lo que realmente somos como seres humanos y no como nos ganamos la vida, mientras lo hagamos honradamente. Que si a veces, las caras de la gente me han hecho sentir solo un escalón más arriba que una prostituta (a la que también me abstengo de juzgar después de mi casi transitoria experiencia) me di cuenta que el problema era solo mío y de nadie más. Que limpiando, aparte de dinero se gana gente, y que aunque según algunos, casi no es un trabajo, según mis mañanas y mis muñecas, sí lo es. Que hay por allí muchas madres filósofas o profesoras, ex empresarias o casi astrólogas, que no han llegado o han dejado de serlo, por ese amor incondicional y sacrificado, para que sus hijos puedan llegar a ser lo que sienten que deben ser.
Y si en algunos trabajos se pagan extras por trabajar de noche, por el peligro o cualquier otro riesgo, en este “no-trabajo”, deberían poner a disposición de las empleadas un psicólogo al menos, una vez al año. Porque si, te olvidas de ti misma, y más si estas lejos de los tuyos y necesitas un cariño que no tienes. Si sus vacaciones son las tuyas, las enfermedades de sus hijos tus preocupaciones, los saltos de sus perros tus sonrisas, si sus casas te sonríen cuando entras, y piensas en un pantalón de “la señora” mientras te comes un huevo frito en TU CASA- en la que “por costumbre” colocas las cosas como en el trabajo- seguramente, un poco de terapia no vendría mal. Y aunque puede parecer exagerado o incierto, es real, ser empleada de hogar engancha.
Ahora si, el tiempo también ayuda a resignarse o a templar un poco esa desesperación y rapidez con la que la juventud pide las cosas.
Yo ya no tengo vergüenza de decir que trabajo limpiando. Y si no lo seguiré haciendo solo será porque mis inquietudes me piden algo más. Porque me debo a mi misma algo más. Pero aprendí a no amargarme y a esperar, a estar orgullosa que yo y los míos salimos adelante y a estar segura de que hay un momento para todo.
Así que ahora, que soy licenciada en periodismo, una perfecta asistenta del hogar y casi escritora, volveré a estudiar, esta vez no a la espera, sino en busca de mi oportunidad.
Y hasta que la encuentre, seguiré aquí, tranquilamente, limpiando casas…
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