El pan, alimento base, nos regala refranes y chascarrillos que alimentan -nunca mejor dicho-, la sabiduría popular, como eso de…
“pan, uvas y queso, saben a beso», «si tienes pan y lentejas, para qué te quejas», «las penas con pan son menos penas», «donde hay hambre, no hay pan duro», «a falta de pan, buenas son tortas», «al pan, pan, y al vino, vino», «a pan y agua», etc.
Con esta palabra también podemos hacer alusión a las múltiples características específicas que acompañan a esta comida, como el pan de lino, el pan de sésamo, el pan de pueblo, el pan de pita, el pan rallado, el pan integral, el de centeno, el de avena, el de telera, el de molde, el de arroz…
O usarla como locución verbal para referirnos a la subsistencia, “¿cómo te ganas el pan?”, «ganar el pan con el sudor de la frente»… ; hasta el Pan puede ser un dios mitológico, lo fue en Grecia y en Roma…
El pan puede ser muchas cosas y tener un sinfín de matices diferentes en cada parte del mundo, pero de lo que no cabe duda, es que en el más amplio significado de la palabra, «el pan» es algo que la naturaleza brinda a sus hijos gratuitamente.
Las plantas, los animales cada uno en su particularidad, solo tienen que existir para participar del festín de la vida. Sin embargo para la especie humana todo se complica, hay que sufrir y trabajar duro, pareciera que no somos merecedores del sustento.
Quizás deberíamos limitarnos a estar, a convivir con otras especies, a querernos, a no dañar a la madre naturaleza… tal vez así, consiguiéramos que el mero hecho de ser, fuera todo un privilegio para participar del banquete de la vida como otros seres del planeta.
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