Estas palabras son el viento, un viento de vendaval que me lleva a recorrer el mundo. Estoy presente en los dias grises, donde la bruma del cielo es pólvora. Aullidos de dolor son atragantados por pedazos de pan, que dejan sus migas en las trincheras, que luego serán rebalsadas en sangre. Me abruma la pena y prefiero viajar.

 Me cuelo entre los valles, montañas y lagos, entre pieles morenas que aran la tierra y que riegan el trigo con lagrimas y sudor. Entre tanto campo se deslumbra la majestuosidad. A los pies de un acantilado yace un castillo. Dentro de él un hermoso salón colmado de oro, rubíes, esmeraldas, zafiros, hematitas y turquesas. En cada pared hay recuadros de historicos guerreros, inmortalizados por la historia. El suelo es cubierto por la más suave tela que haya sido transportada por la ruta de la seda. Dentro de tanta parafernalia, en una gigantesca mesa, sobre unos platos de fina porcelana, se encuentra un simple pan.

Nuevamente las palabras han soplado fuerte y esta vez me han llevado cerca de un hombre. Figura descuidada, torpeza al caminar y cegado por nubarrones en su mente. Apoya sus rodillas sobre el pavimento, coloca sus manos en forma de cuenco y mira piadoso a cada transeunte. Mundo de ciegos o de insensibles, sus manos no piden riqueza, amor ni lastima, su estómago ruge, él solo pide pan.

En otro lado de la ciudad, bajo las penumbras de los faroles camina un obrero, arrastrando los pies, su cara desmoralizada y su cuerpo cansado ya no quieren más. Con sus manos lastimadas y callosas sujeta una bolsa de pan. Llega a su casa, ve a su esposa, lo recibe con un beso, y ve a sus hijos sonreír. Aquel hombre esboza una sonrisa y entiende que vale la pena todos los días el sacrificio para traer el pan a su hogar.

Las palabras me llevaron a las nubes, donde descansé toda la noche. Me despierto con los rayos del sol y el timbre del colegio. bajo a observar el momento mas esperado por los estudiantes; El recreo. Cada niño desembolsa su colación; Galletas, cereales, juegos y frutas pero, todo eso es artificial, lleno de químicos, hechos con la mayor simpleza posible. Pero no todo es sintético. Envuelto en papel, que al abrirse líbera el amor, la delicadeza y precisión, aquí se encuentra el pan, el pan hecho por la madre.

Ya cansado de tanto viaje decido volver a mi hogar. He llegado justo a la hora de cenar. con la mirada perdida recuerdo todo lo que viví. Decidí contarles mis experiencias y mis reflexiones; El pan está, y estuvo siempre presente, en diferentes vidas, en diferentes niveles sociales, en las penas y alegrías, es lo primero y último que comemos en el día.

 

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