Morir por una pistola de pan

Morir por una pistola de pan

Madrid 31/7/2023

Juan un emigrante extremeño aprendiz de panadero en Madrid en la época del hambre, el obrador se encontraba muy cerca de las calles de las huertas y desde el alba no paraba de mezclar la harina con agua amasando y moldeando como si fuese un alfarero moldeando el barro, pero está masa era para su jefe Ramón, panadero de profesión en la panificadora que fundó su abuelo casi 100 años antes con su hermano Martín. Cada dos días José es un padre de familia con cinco bocas que alimentar de oficio aprendiz de todo y maestro de nada. Siempre le pedía al dueño una pistola, para acabar con su hambre y la de su familia y terminar con los sufridos problemas que le acarreó su desgracia vida, al entrar en la tienda, Ramón le regalaba un pan redondo un poco más pequeño de los demás hogazas, por pena hacia José por la mala racha que llevaba en la mediana vida que le tocó vivir. Una mañana Ramón ayudó a amasar, mientras que José metía las chapatas en los hornos. Al cortar la masa con la cuchilla y el sobrante devolverlo a la masa madre. Ramón moldeo el trocito de pasta residual y lo manípulos con su fuerte dedos alargando la argamasa hasta llegar a unos treinta centímetros en una alargada barra de pan de unos 250, gramos y lo metió en la Tahona. A los pocos minutos apareció José con su famosa frase » dame una pistola para acabar con esta «Jambre» al momento Ramón echó mano a las alforjas y sacó de ella el chusco con la siguiente respuesta, » aquí tienes tu pistola para matar tu «jambre», José abrió la barra de pan ayudado de su navajilla, separando la dos mitades y untando en una de las mitades unas gotas aceite y unas rajas de tomates que puso encima del líquido viscoso creando en un apetitoso Sándwich. Guillermo un avispado empresario se quedó con la imagen de las rajas de tomates sobresaliendo de la recién creada barra de pan. Y le encargó a Ramón dos docenas de panecillos como la muestra que le dio a José. Una vez entregado el pedido, Guillermo bajó a su recién inaugurada taberna de la glorieta de Atocha con las pistolas creadas por Ramón y las relleno de de anillas de calamar una especialidad que adquirió en los años pasado en la cocina del restaurante, y aceptando con agrado los viajeros que en esos momentos no tenían tiempo de comer el menú del día. Era una comida sana y rápida en preparar y en comer a lo que Guillermo estaba orgulloso de llamar a su establecimiento El Brillante, por esa idea en bruto, fantástica que tuvo José en dividir en dos mitades el pan ofrecido por Ramón y comer en bocadillos con pan relleno de su producto estrella. La idea de las pistolas gustó mucho, tantos que otros restauradores añadieron panecillos de en tortilla, jamón, gallinejas, sardinas y muchas más, variedades, en su tabla publicitaria y se fue corriendo como la pólvora de un bar a otro el nuevo descubrimiento que algunos en el bocadillo, introdujeron filetes de carne a la plancha llamándolo Pepito de ternera en homenaje a José quien no dejaba de pedir una pistola para acabar con su hambre. Desde ese día la antigua cadena de establecimientos de comida rápida que los turistas tomaban un tente en pie en Rodilla con sus famosos Sándwich pensó que sería el final de su rico pan blanco en loncha. Pero no fue así el hambre no mira de marcas ni de productos solo se trata de engañar cuanto ante al inconformista estómago, que gracias a esos emparedados cada día se compra las miles de pistolas juntos con su munición disparan las mejores balas de su migajas de pan e impactan con precisión en cada abdomen de sus víctimas. Ojalá que esté tipo de armamento llegue a esos lugares donde los hambrientos piden una pistola para acabar la necesidad de su bulimia como pedía José a Ramón.

Han solo

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