Creando vida

Creando vida

Colibri

03/08/2023

El 11 de mrazo de 1991, se convertiría en el día mas importante de mi vida. Esta ya no sería igual, sería mejor! Para ese día a la tarde, tenía prevista una cesárea que traería a mi hijo al mundo. 

Feliz, es una palabra que queda pobre para expesar mi sentir.

La noche previa, mas allá de los nervios y temores propios del acontecimiento, la ansiedad por conocer a esa personita, desbordada de amor, con mi conciencia alterada por todo y tanto, sentía un concierto de sonidos, algo así como si todos los monjes tibetanos estuvieran haciendo sonar sus cuencos en una mágica y calmante melodía.

Sin embargo, hubo un momento en que todo se hizo silencio; me levanté sobresaltada y desconozco cuál fue el motivo, quizás algo mas allá de la lógica del entendimiento, sentía un impulso incontrolable de crear algo que «naciera» el mismo día que mi hijo.

Pasadas las 12 de la noche me puse a recortar trozos de papel decorado tratando de crear flores cuyos pétalos eran corazones…hum, me dije – No, no es esta mi necesidad, quiero algo que «nazca», simple y fuerte como él será, que sea indestructible como deseaba con toda mi alma que fuera mi niño, algo que rebose salud!, que deba alimentar a diario con amor como lo haré con él. 

Quería un ser vivo, que perdurara en el tiempo, y así como soñaba que Federico – su nombre – fuera un hombre de bien que mi creación también estuviera dotada de la virtud de hacer el bien.

A esa altura, estaba pensando que mis hormonas descontroladas me estaban convirtiendo en una delirante pues ¿cómo yo podría crear algo vivo?. 

Con desaliento volvía a mi cama pero en ese preciso momento apareció en mi mente, en mi corazón la imagen de mi abuela Julia, panadera de profesión y la escuché claramente: » mi niña, lo que tu espíritu te está sugiriendo es una MASA MADRE ¿recuerdas Gisela?  harina y agua, cuidadosamente la contendrás en uno de los recipientes que te obsequié, ponle fecha de creación, y nombre , será tu hija, que está aquí junto a mi y renacerá con su hermano, tendrán el mismo día de nacimiento, la alimentarás a diario como harás con el Ser hermoso que llevas dentro, crecerá sana, será como deseas simple y fuerte, su fermentación láctica  ¿recuerdas que te enseñé que así se llamaba? te recordará  tu alimento materno. Será ese ser vivo que estás buscando y  hará el bien, no lo dudes!….hornearás panes, tu sabes hacerlos! de niña siempre estabas en el obrador, te gustaba su aroma, el ruido de las bandejas, hasta el calor que emanaba del horno. ¿Cuántas veces te rezongaba porque aparecías en pijama y bostezando por madrugar conmigo? queriendo con tus manitas tocar el pan y alguna vez te encontré queriendo hundir tu dedo en la masa. Tuve que comprate una gorra y enfundarte en un delantal que te daba varias vueltas» ( la sentí reir).

Y así fue el 11 de marzo de 1991, en mi cocina a la 1.30 de la madrugada nacia Natalia, mi masa madre por definición según lucía en la etiqueta pero para mi,  mi masa hija con la ayuda de mi abuela Julia. Mi hijo nació el mismo día a las 14.02

Ya tiene 32 años igual que Federico, dos seres vivos hermosos y de bien, uno que ayuda a las personas con su profesión de psicólogo y ella que ayuda a los necesitados. 

Amasamos panes y horneamos para repartir salud, fortaleza, mitigar el hambre en los comedores populares.

Lo logré!,  Federico y mi maravillosa Natalia son todo lo que deseaba hace 32 años, amo el aroma de mi masa madre porque es natural, la alimento a diario, la veo muy viva y feliz de tener la capacidad de «parir» panes cada vez mas deliciosos y variados que son compartidos en familia, con amigos y lo que es mas importante con quienes lo necesitan para alimentarse quienes lo reciben con alegría!

Así que ni los egipcios, griegos y romanos, que fueron avanzando en eso tan especial de hacer pan, ni aquel distraído ser del neolítico que según cuentan  había hecho una papilla de semillas y cereales y sin querer la dejó al sol y cuando lo recordó días después había nacido el primer pan…o lo mas similar a este delicioso alimento, ni todos ellos han logrado lo que mi familia.

Mi masa madre-hija creo que nos sobrevivirá a todos, a pesar de malditos ataques al medio ambiente, guerras y catástrofes y seguirá fiel porque sabe que su misión es importante para la humanidad.

Nunca olvidaré a mi abuela y la panadería, a su oportuna intervención en mi mente dándome luz para la creación. 

Tampoco olvidaré el aroma del pan recién horneado ni mi rito diario al volver de la escuela y a mi abuela esperándome con mi tazón de café con leche y un exquisito pan marsellés, crujiente con mantequilla. Hoy habrán mas de 300 variedades de pan, pero ninguno comparable al de mi niñez.

Natalia se encuentra muy cómoda en la nevera en un lugar de privilegio como debe ser. Mimada, simple, fuerte, saludable, indestructible porque es muy cuidada y hacedora de bien, mitigando el hambre que tristemente ha llegado a golpear muchos hogares, repartiendo así un poco de felicidad en forma de pan, bizcochos, crujientes galletas y hasta pizzas!

Así es mi multifacética creación, todo lo que yo quería hace 32 años. 

Mis «hijos» han crecido y madurado juntos, de ambos estoy orgullosa.

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