EL PAN DE LA DISCORDIA
A casa de las Oviedo llegó una coqueta caja; un pequeño de unos doce años la entregó a la señora de Oviedo, una sexagenaria que vivía con sus tres hijas, las cuales consideraba su más grande tesoro, por eso decidió colocarles nombres de piedras preciosas, Esmeralda, Perla y Rubí; sin embargo, fue ese amor excesivo...