Los helechos avanzan sin piedad, recubren cada poro por el que se filtra la luz tímida y balbuceante de esta incipiente mañana. He oido cómo salías de tus sueños, las voces suplicándoles que te dejaran marchar. Aún la vigilia es inofensiva, pero ya sé que se perpetuará, que su sombra se arrastrará hasta que las sábanas se enojen, hasta que el minutero del reloj me desvele su mensaje secreto: “viene y va” “viene y va” “agua, mar” “muere, ya”…. Hasta que los días empiecen a temer a las noches.
Hubo otras… Hubo otra noche. La felicidad llevaba un martillo con el que me golpeaba los oídos. La marea de calor ascendía, yemas de dedos en perfecto eslalon por mi piel. Es curioso ese instante en el que no importa nada. Nos hermana con los dioses, nos hace indestructibles, o al menos, provoca esa ilusión.
Misticismo y quizá religión. La fe asentada en símbolos, en palabras, en iconos. Un beso lo empieza todo. Eso me enseñaron en las películas. El beso es el momento del nacimiento, el punto de arranque de lo que vendrá. Escribimos historias sobre un beso, canciones, poemas. Contamos los meses que llevamos desde que nos besamos. ¿Por qué no desde la primera vez que nos pisamos? ¿La primera que nos miramos…? ¿Qué tiene de especial? ¿Es un conducto secreto en el que se comunican almas, o energías, o lo que sea que nos habita? ¿Supone una radiografía de mi interior? o ¿es que acaso vemos algo más allá de esta realidad?
Abrir la puerta de los besos y mirar.
Una fortaleza de paredes escarpadas, alambres de espino en las ventanas, puentes levadizos y fosos. Una pequeña puerta indefensa. Tus labios. Labios que saben herir y defender, argumentar y torcerse para menospreciar. Pero tu boca también ha ido al cine, ha aprendido su lección y sabe que ante el contacto con otra boca ha de ceder, ha de abrir el paso. Es ingenua, como todas las bocas.
Una noche asalté el castillo. Me adueñé de lo que contenía y creímos que eso le daba sentido a todo. Lo pensamos mucho tiempo. Tú aún estas atrapado ahí.
No todos los besos abren la puerta, ya lo sé. Pero que la abra no significa que vayas a dormir acunado por las olas del amor y de la paz.
OPINIONES Y COMENTARIOS