DE UNA BOCA A OTRA

DE UNA BOCA A OTRA

    Es muy temprano. Cuando un metro se va el andén no tarda en llenarse de viajeros. Afuera hace frío y vienen abrigados hasta las orejas. Todos con mascarilla.

    Vistos así, entre ellos puede haber violadores, putas, carteristas, pedófilos, mangantes, gente de mal vivir… Y por supuesto: albañiles, oficinistas, mujeres de la limpieza, inspectores de Hacienda… Imposible distinguirlos. El virus nos iguala a todos.

    Lo de la mascarilla es por cojones. Lo ha dicho el Ministro: el bichito es un hijoputa y hay que protegerse. ¿Pero lo de la distancia…? Eso es otra cosa, porque el andén es estrecho -de los de antes- y son muchos los viajeros. No queda más remedio que juntarse, nos guste o no, por que a pesar de la pandemia, los contagios, las muertes y demás historias, todos los días hay que ir a trabajar y buscarse la vida. ¿Cómo comeríamos si no? 

    El próximo metro llegará pronto y un joven rubio se detiene junto a la escalera. Su mascarilla es blanca.

    El joven mira el reloj. Parece nervioso. Probablemente espera a alguien. Y justo cuando llega el tren una joven se le acerca. Se abrazan y dos dulces besos traspasan las mascarillas. De una boca a otra. La mascarilla de la joven es rosa. 

    El tipo que toca la guitarra se llama Gerson y es ecuatoriano. Quizá no toca como Jimi Hendrix, pero qué más da. Por lo menos lo intenta. 

    De este viaje sacará casi dos euros. No está mal. Los conoce a todos. Claro, siempre los mismos, a la misma hora y en el mismo metro. 

    Gerson echaba de menos a la joven de la mascarilla rosa. ¿Un contagio, una cuarentena…? El virus nos va a joder a todos.

    Se alegra de verla.

    Los dos -la joven y el rubio- se confinan al final del vagón. Se abrazan y vuelven a besarse. besos con mascarilla, pero apasionados. La mascarilla es un coñazo, pero el amor es el amor. Ya vendrán tiempos de quitársela. 

    De las noticias mejor no hablar. Muchos bulos, cifras incomprensibles, religiosos que se cuelan para vacunarse, políticos a los que nada les importa… y la población que se pone neurótica. Los negacionistas se manifiestan contra los confinamientos, los hosteleros piden ayudas, los hospitales más personal. Y los pensionistas más…

    Todo el mundo opina y se queja. Es natural, todos estamos hasta los cojones. 

    ¿Y qué decir de los mayores que mueren en las residencias? ¿Cómo hemos podido llegar a esto?

    Gerson sigue tocando hasta que un día cae en la cuenta: el rubio no está, hace un tiempo que no lo ve. ¿Habrá acabado el Covid con los abrazos y los besos? Al fondo del vagón ve la mascarilla rosa. Los ojos de la joven lo dicen todo. 

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS