Era un día de verano, me encontraba tumbada en la toalla, noté como sus labios acariciaban los míos, todo mi cuerpo comenzó a erizarse, no quería ni abrirlos porque lo único que deseaba era que no dejará de besarme. Un placer invadía todo mi ser quería paralizar ese momento, su lengua comenzó a jugar con la mía, aquello generaba un subidón de temperatura imposible de dominar, estaba excitada, cada vez quería más…
Le amaba locamente, me daba miedo sentir felicidad, seguro que se fastidiaría. No podía disfrutar de tanta suerte. Recuerdo cuando le conocí. Un amigo andaba tirándome los tejos. Me lo presentó, y cuando lo vi, pensé ¡Dios mío que bueno está! …Pero con mi optimismo, no podía imaginar que pudiera gustarle, ¡seguro que no se fijará en mí! , algo se cruzará en nuestro camino e impedirá que estemos juntos. Todo con gran optimismo. Le acababa de conocer pero la atracción fue inconmensurable. Pelo castaño claro, ojos color miel, un metro noventa , la piel un poco curtida , y un toque chulito que era la guinda para completar el prototipo deseado por las nenas.
Empezamos a coincidir y no hubo preámbulo el primer beso llevó a muchos más.
No nos importaba quien estuviera, nos evadíamos de tal manera que era como si habitáramos en una burbuja de apasionamiento. Solo él y yo, no existía nadie en el mundo. ¡Que tiempos tan maravillosos! Juventud, furor, pasión …
Por un pico comenzó todo. El era un pillo, con experiencia, atractivo. Yo una niña mona, tímida, hasta que descubrí lo que era amarse apasionadamente
Uno me supo a poco y quise muchos más… tantos, qué es hoy, después de cuarenta años, y seguimos dándonos besos con amor. La pasión a aflojado, pero seguimos estando juntos. Disfrutamos mucho de nuestros hijos y ahora recibimos besos sonoros, babosos de nuestros
nietos que nos llenan de ternura
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