Un dulce recuerdo

Un dulce recuerdo

Josué Jaco Lucha

07/02/2021

El camión se movía de derecha a izquierda como un navío que se estremece en medio de las tormentosas aguas del Océano Pacifico. Todo lo que podía hacer en ese momento era mantener mis ojos hacia el suelo, esperando el indeseable destino del camión. Mis botas llenas de fango estaban quietas, mientras que arañaba la suela con mis dedos maltratados e infectados de hongos. Levanté la vista un poco solo para ver más allá del cuadro de mis botas. Allí pude ver rostros de jóvenes y viejos, cada uno guardaba una historia en sus ojos serenos. Mientras tanto el camión freno fortuitamente, balanceando nuestros cuerpos hacia un lado. El indeseable destino por fin llego, las miradas de los que me acompañaban se alzaron junto a la mía. Rostros de jóvenes y hombres maduros pude observar mientras que el sentimiento de nostalgia florecía en nuestros opacos corazones… — ¡Todos listos, prepárense para luchar!— exclamó una voz fuera del camión. Mientras tanto escuché el andar de dos pesadas botas, este se aproximaba cojeando sobre el fango. — Bajen todos, ya hemos llegado señores. —Dijo un hombre de mal aspecto, tenía el torso vendado y un brazo roto, y para rematar, su pierna no parecía estar en buen estado. Todos comenzaron a salir uno por uno. Mientras tanto, esperé en silencio. Logré escuchar el latido de mi corazón, un leve palpitar que empezó a crecer cada vez que alguien se bajaba. Sin darme cuenta yo era el último en el camión.

Me levanté, y al cruzar la puerta pude sentir un fuerte pitido en mi oído. Todo a mí alrededor sucedía en cámara lenta, me encontraba desorientado y asustado, sentí como alguien me empujo hacia la dirección contraria a la que iba, allí solo veía manchas y destellos fugaces que volaban por los aires. Al dar unos cuantos pasos logré orientarme y mi vista se aclaro rápidamente. El molesto pitido que había en mi oído desapareció, trayendo un gran alivio. Frente a mí se encontraba un enorme campo cubierto por una espesa niebla y un fétido olor se desprendía en cada pisada. Antes que me diera cuenta ya estaba en medio de la batalla, los destellos de luz que había visto antes, se transformaron en demonios feroces que salían disparados de la niebla, atravesando con violencia todo a su paso y dejando un reguero de muerte y destrucción. Llegué hasta una trinchera hecha de sacos, fango y cadáveres. En este lugar logré encontrar paz por más horrible que pareciera, hasta que una granada cayó a seis metros de mí, explotando de inmediato y dejándome en mal estado. Mire hacia el cielo solamente. Deje el rifle a un lado y cerré mis ojos, lo único que quería era buscar consuelo en mis recuerdos… en los últimos momento que pase con ella. En el último beso que le di aquella tarde bajo el viejo árbol de la colina. Antes de mi último aliento, logre sentir su calor en mis helados y secos labios.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS