Eran el año 1929 cuando nació mi abuelito Julio, en medio de una gran crisis financiera mundial. El día de su nacimiento sus padres lo abrazaron y besaron con toda la intensidad que había en sus corazones. Su color de piel era blanca, un poco de pelo rubio, ojos cafés. Era un niño tranquilo, sonriente, amoroso.
Aun después de adulto decía que no olvidaría el beso de sus padres cuando nació. A sus 10 años murió su padre, esta etapa nublo la vida de la familia, pero con los años el tiempo hizo que se repusieran.
Julio a sus 17 años cuando estaba finalizando el colegio, conoció a una hermosa niña, Eva de apenas 14 años, sus ojos se cruzaban constantemente cuando se encontraban por los corredores del colegio.
Finalmente un día decidieron hablar; que momento más hermoso y aterrador para ellos, sus corazones latían a un ritmo acelerado, sus manos sudaban de emoción, sus ojos brillaban como las estrellas, sus mentes volaron hasta el infinito.
Cuando Julio contaba con 21 años y Eva con 18 se tomaron de la mano, ellos se encontraban en el Parque Central; rodeados de árboles, una que otra ave volando por los alrededores, un sin numero de mariposas, el sol brillaba ese día. Ese fue el día que confesaron amarse profundamente y sellaron su amor con un beso. Este beso trajo a la memoria de Julio el primer beso que recibió de sus padres cuando nació, su corazón se acelero y recordó el amor tan profundo de ellos hacia el y una gran luz resplandeciente del cielo los ilumino.
Julio y Eva caminaron 4 años profundamente enamorados. Para aquella época ya contaban con 25 y 22 años, en ese momento decidieron sellar su amor eternamente y se comprometieron. Fueron 6 meses planeando lo que sería su vida juntos para siempre, su gran boda. Tanto la familia de Julio como la de Eva estaban muy emocionados de este nuevo hogar que crecería en principios y amor.
Era el año 1954 cuando llego el gran día, la anhelada boda de Julio y Eva; la iglesia estaba perfectamente decorada, de las sillas colgaban cintas blancas y en sus extremos un pequeño ramo de flores rojas, desde la entrada hasta el altar en el largo corredor brillaba una linda alfombra roja haciendo juego con las cintas de las flores del altar. Sus familia reflejaban una gran alegría, el amor brillaba por los aires. Cuando los futuros esposos entraron a la iglesia, los presentes se colocaron de pie y los aplaudieron, estos aplausos sonaban como el canto de las aves.
Al final de la ceremonia cuando Julio y Eva expresaron su amor eterno este fue sellado con una gran beso, algunos de los presentes lloraron de emoción, el reflejo de la luz del altar estaba sobre ellos y su amor se sello para siempre. El corazón de Julio recordó el beso que sus padres le dieron al nacer.
Abuelitos Julio y Eva los recordare siempre.
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