En cuerpos de lacias y rizadas cabelleras, con matices de diferentes colores… se siente un amor celestial. Aquel amor genuino que nace con un beso desprevenido, ese que llega cuando menos lo sospechas.

No hay que tener experiencia, solo se requiere de un corazón conectado a la sinfonía del momento… un corazón que te permita ver la ingenuidad y te abalance hacia ese impulso de desembocar en los labios de aquel que magnetiza tu mirada.

El dulce beso solo es el manto que arropa una Bella Notte, donde la luna es celestina del romance al cautivar una escena digna de dioses. 

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