LO SIENTO, BÉSAME.

LO SIENTO, BÉSAME.

Catia Sphan

31/01/2021

A mí misma,

Escribo esta carta para ver si logro perdonar, absolver la culpa que carga mi yo, superyó y ello. Necesito indultar a mi conciencia por haberme permitido perder, a mi personalidad por no reconocer que dilapidaba un gran amor, a mi orgullo por no saber decir lo siento.

En una guerra tonta, nadie pudo ver que perdíamos ambos, nos equivocábamos ambos. No notamos que con un poco de humildad hubiéramos logrado superar o al menos intentar.

No se por cuánto tiempo, no sé si habríamos evitado el final. Pero oportunamente hubiéramos luchado, aspirado a que todo transcurra fiel a nuestros sentimientos y no a efímeras sensaciones. Sin mi necia terquedad hoy no sentiría este pesar. Este profundo hastío por la soledad.

Aún recuerdo nuestro último beso, que tonta tú, dejaste partir. Ese beso en el jardín, mientras analizábamos como ahuyentar los insectos que atacaban nuestras plantas. Bromeando le toqué con mis manos llenas de tierra su remera blanca. Y nos envolvimos en una batalla de huellas, risas y miradas que derivaron en un besuqueo histérico y divertido.

Jamás me di cuenta el valor de esos momentos, la falta que me hacen, como llenaban de vida mis días y le daban sentido a todo. Estaba tan naturalizado el amor, las expresiones que en absoluto pensé que podría acabarse.

Y hoy estoy aquí, con más dudas que certezas, con un bolonqui en la cabeza, sin saber dónde estará. La muralla que construimos en la cólera de nuestro estúpido enojo fue tan alta que ni siquiera sé cómo se encuentra, si al abrir una puerta podré pasar, si él intenta derrumbarla o está mejor allí.

Ya no recuerdo siquiera el comienzo del enojo que nos envolvió en esta situación, pero recuerdo su mirada firme y la sensación de calor que ruborizaba mis mejillas ante la irritación. Subió ese fuego enceguecedor que no me dejo pensar, le dije “Hasta aquí” y me di la vuelta. Con tanta furia que ni siquiera giré a ver si le pasaba lo mismo. Y me largué a caminar, con un apuro inmenso por alejarme de ahí, sin deliberar o preocuparme por si era justo realmente, si era lo correcto y lo que verdaderamente quería. Solo hui, me lancé obedeciendo sin interpelar mi irritación.

Hoy que ya nadie toma mis mates lavados de la mañana, que nadie interrumpe las películas para preguntar por los personajes, hoy que no comparto con nadie las filosóficas charlas luego de una cena con varias copas de vino, hoy que las sábanas son tan frías, que su risa es tan lejana, que no siento su mirada, hoy que no sé si me extraña. Hoy, y seguramente mañana, desearía no haber sido tan egoísta, desearía haber observado, desearía haber pensado y decir dos simples palabras.

Sé que debo perdonarme, sé que la vida sigue y sé que tengo muchos motivos para hacerlo, pero sé también que en algún lugar flotando en el destino, está entre interrogantes la posibilidad de haberlo hecho juntos.

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