Llegué a Santa Lucia a los 39 años, dicha localidad está ubicada en la Región San Martin, provincia de Tocache, fui enviado aquí desde Lima donde operaba las oficinas financieras y administrativas de la matriz, una empresa dedicada al rubro de extracción de aceite de palma, aquí en Santa Lucia se encontraba la planta procesadora de aceite.
Tome un cuarto en el pueblo, para tomar mis alimentos me recomendaron un lugar un poco alejado del pueblo, instalado ya en la oficina espere al medio día, fui directo al restaurante que me habían referenciado, cuando llegue me pareció un local muy amplio, estaba atendido por unas guapas señoritas que resultaron ser nietas de la dueña quien hacia las labores de cocinera y administradora, me dieron la bienvenida con una sonrisa y un movimiento de manos a lo que correspondí con el mismo gesto, a medida que iban atendiendo las mesas, y se cruzaban una con la otra se codeaban, alzando las cejas y apuntando sus cabezas hacia mí, vi que la más joven no me quitaba la mirada y me sonrió nuevamente, al terminar el almuerzo me retire.
Al día siguiente el mismo ángel espiándome, me saludo con la mano, yo correspondí cortésmente, era mejor evitarme problemas, el pueblo es chico, con solo estar cerca de ella toda la empresa se enteraría, tengo 3 años trabajando en la sede principal en Lima, no he tenido ningún tipo de problemas, ser la comidilla después, por no controlar las hormonas no sería apropiado para mi reputación e incluso permanencia.
El sábado llego, yo trabajaba medio día, iría a almorzar rico luego a descansar el fin de semana. Cuando llegué no había mesa disponible pedí permiso y compartí una, ella vino a atenderme con un vestido rojo ceñido que llegaba por encima de sus rodillas, se acercó y me dijo -hola-muy resuelta, ¿-Como te llamas? – Le dije Raúl, y el tuyo le pregunté-Margot me dijo, mucho gusto-dije-le comenté que la comida era muy rica.
No tenía prisa, no iba a regresar a la oficina, termine de almorzar camine hacia la entrada, vi juegos de sapos y decidí jugar un rato, al virar la vista vi a Margot detrás mío, me dijo que podía jugar si quería, le respondí bien me dio fichas, me conto que tenía 18 años, vivía en Tingo María y estaría en el pueblo un par de meses apoyando a su abuela en el restaurante, me dijo que a partir de la 7pm se atendían cenas y si deseaba tomar algo también, podríamos conversar ella me esperaría, luego de un rato de estar tirando fichas, y ella observándome se acercó a mí, me dijo chao tengo que regresar, repentinamente se hecho a mi cuello, me dio un beso en la boca, un húmedo cálido y efusivo beso de niña, me sorprendió pero no me opuse, me embriago el perfume de su cuerpo joven, nos mantuvimos así juntos cuánto tiempo? no se ni me importaba lo deseaba eterno
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