Estabas explicando algo, pero ya no recuerdo que era. Me distraje, en algún momento pasé de mirarte fijamente a los ojos para posar los míos sobre tus labios. Sin darme cuenta mis pensamientos divagaron en un mar de emociones, el corazón me palpitaba con fuerza, imaginaba nuestro primer beso, nuestras miradas se encontrarían en un punto del universo y sin saberlo con certeza, pero estando seguros de que habría llegado ese momento, acercaríamos nuestros rostros lo suficiente para salvar la distancia que los separaba permitiendo que coincidieran, la fricción de los labios entre dos personas que se gustan, un contacto suave, tibio, húmedo, la degustación de una boca por otra, lentamente, como si se disfrutara de un manjar que no se desea que se acabe tan rápido, el deseo de dos almas que se encuentran en un acto tan sublime. Al principio, tímidamente, permitiendo que los sentidos se dejasen impresionar por la sensación, más parecida a un roce, disfrutando de la textura, de las perfectas imperfecciones de la piel, luego sería más atrevido, me dejaría seducir por ese juego, empujado por la pasión, permitiría que mi lengua se adentrase en búsqueda de la tuya, aspirando que tu sentir fuese como el mío, que te permitieses demostrarme tu deseo, sin restricciones, acortando el camino para que ambos apéndices se junten y bailen compartiendo el vals. Anhelaba darte un beso que fuera capaz de robarte un suspiro, deseaba que tu aliento se mezclara con el mío, buscaba que esa acción fuese un bautizo, el comienzo de una historia.

Te diste cuenta por mi mirada que ya no te miraba a los ojos sino a tu boca, y tus ojos se fijaron en los míos, al levantar la mirada me sentí al descubierto. Había dejado volar mi imaginación, atrapado en el acto traté de recordar de qué estábamos hablando, buscaba retomar el discurso para continuar la conversación, aunque en el fondo ansiaba besarte, tú continuaste explicando algo sobre el día a día, me pareció entrever que tu mirada me decía que ese no era el lugar más adecuado, y que ese momento estaba lejos de ser el ideal, no querías apresurar el romance, querías el beso, pero si yo me acercaba demasiado tendrías que rechazarlo por mi torpeza al no ser capaz de leer correctamente lo que decían tus ojos. Estás dispuesta a hacernos esperar hasta que la emoción sea tan intensa que se desborde por cuenta propia, para que se convierta en una fuerza inevitable, capaz de crear un acto en sí mismo tan cargado de magia que deje una huella profunda que el tiempo no pueda borrar.

Yo me quedé con las ganas de darte el beso que no te di, pero lo más interesante de todo es que ese deseo permanece.

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