Sus labios en los míos, solo un pequeño roce, un hola de buenos días o un hasta mañana de buenas noches. Sí, claro que nos deseábamos, pero entonces los besos eran de otra manera, su intención era otra, era perdernos en nuestros cuerpos, reconocernos en cada suspiro, inundarnos de nuestro sabor. Pero, no son esos los besos que añoro, son los otros, los que no tenían ninguna intención, solo compartir la necesidad de sentir nuestros labios tocándose entre sí, y claro, Josué en medio.
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