Segundos, minutos, siglos..¿Cuánto es lícito esperar para  dar y recibir un beso? ¿Debimos esperar? ¿Nos perdonará la vida lo que nosotros no?

  El timbre de salida del colegio era el límite de mi ansiedad. Tus ojos, la sensación de que no lo habría.

 Caminar hasta casa era lo permitido. ¿Será hoy? No…-«mañana nos vemos», decías …y escuchar esa promesa renovaba mis ansias, mis ganas de morder esos labios que no hacían más que gritar nuestros deseos.

 Cada uno de nosotros supo que teníamos «un compromiso». Supimos que el beso no dado sería el juramento de amor eterno y, sin remedio, fuimos condenados al olvido.

Y así, cada uno literalmente en su mundo, creyó cumplir con las promesas de otros. Sin saber que no se puede desairar al destino. Sin querer reconocer que lo lícito y lo prohibido para los demás no hacían más que confirmar nuestro dolor.

   Paisajes, caminos , rutinas. Todo y nada. Vida y muerte. 

¿Quién diría que tantos años después nos irían a encontrar diciendo las mismas cosas, esperando el mismo BESO?

Otro día,otro año…otra vida…y lo que no fue, transformado en bocas que ahora dicen , sin tocar. Distancias que  se borran y preguntas que quedan sin respuesta…O no…

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