Ni el ultimo ni el primero.

Ni el ultimo ni el primero.

Sathya Sanahuja

27/01/2021

En alguna calle de Barcelona, despues de una larga jornada de trabajo, salimos a tomar algo y en el camino a casa me besaste, no fue el primer ni el ultimo beso, pero fue el que puso el punto y aparte en nuestra relacion. 

Debajo de una farola, en una esquina, sentados en un banco me miraste a los ojos para contarme lo mucho que me querias, usaste las palabras mas bonitas, sin embargo fueron tus manos las que me hablaron, tu respiracion me dio una clara imagen de como te sentias, todo tu cuerpo estaba diciendo la verdad, y yo solo escuchaba atentamente. 

De pronto te inundo el silencio, estabas pacientemente esperando una respuesta de mi parte, a veces las historias de amor requieren paciencia, resolver situaciones externas, solucionar problemas internos, yo lo entendia y lo sigo entendiendo, sin embargo para el momento, la reaccion de mi cuerpo fue innundar mis ojos con lagrimas, queria poder amarte ya, queria empezar nuestra historia en ese preciso momento, ni un segundo antes ni un segundo despues, cuando las lagrimas salieron toda tu expresion facial cambio y exclamaste en un suave tono de voz: ¡te amo! y asi como por arte de magia mi cuerpo se curo, las lagrimas volvieron a su lugar y al fin pude gesticular: «y yo a ti, con todo lo que soy, justamente por eso entiendo la situacion». 

Volvimos al silencio, juntaste tus brazos alrededor de mi cuerpo, me pediste perdon por no estar listo justo en ese momento, intercambiamos palabras de aliento mientras nuestros corazones latian al mismo tiempo y de nuevo el silencio, pero esta vez en calma, sin exasperos, sin indesicion, con paciencia y con amor, sabiamos lo que sentiamos el uno por el otro y no habia mas nada que decir, ese momento pudo haber terminado ahi y ya habria sido perfecto. 

Sin embargo volvimos a la conversacion, esta vez de algo completamente ajeno, a reirnos de tonterias, a contarnos de nuestro dia, imaginando como seria el mañana pero sin pronunciar la presencia del otro en nuestros sueños, no queriamos apresurar nada, ni que de la noche a la mañana todo cambiara, estabamos felices con los momentos de calma que todo los dias podiamos regalarnos el uno al otro.

Mirando el reloj exclamaste lo tarde que se nos habia echo, quizas era hora de ir a casa, pero ninguno de los dos se atrevia a dar la noche por terminada, te di las gracias, por estar para mi cada vez que te necesitaba, por esperarme en el mismo banco todas las tardes, por dejarme hablar todas las locuras que mi mente cocinaba, te reiste, tus manos tocaron las mias y seguido de eso mi corazon se acelero, y volviste a mirarme a los ojos para afirmarme lo que ya nos deciamos entre lineas cada dia: «estoy aqui porque te amo y estare siempre» y yo me derreti, me acerque gentilmente a tu sonrisa y nos besamos, no fue la ultima ni la primera vez.

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