Golpe a golpe, beso a beso

Golpe a golpe, beso a beso

Una esplendida casa, con un esplendido jardín y una luz muy tenue en una de las habitaciones, en ella una mujer que se mira al espejo de su tocador mientras susurra una vieja canción de Serrat  a la que le ha cambiado el estribillo.

-«Golpe a golpe, beso a beso».

Treinta y dos años de matrimonio y cinco hijos. Los cuatro primeros años fueron fantásticos pario cuatro veces la última fue doble, trabajo codo con codo con él, llegando a crear un imperio y acepto marcharse a casa cuando él no la necesito más.

Con el paso de los años se volvió parte del personal de la casa, nadie o casi nadie incluidos sus hijos reparaba en ella, incluso cuando a Guillermo se le iba la mano de más y bajaba a desayunar con la cara marcada, con las manos entrelazadas como dos novios y diciendo:

-Mamá se ha caído en la bañera mientras se duchaba – y la besaba con ternura en la frente.

Ella sonreía y no le daba ningún tipo de importancia, sabía que si hacía algún gesto o alguna palabra que le chirriara a él habría más «Golpe a golpe, beso a beso».

Las pocas amigas que él consentía que la visitaran de vez en cuando, enseguida se dieron cuenta de lo que le pasaba. Al principio solo se miraban entre ellas,  pero con el paso del tiempo y con las terribles marcas que tenía por todo su cuerpo decidieron que era hora de ayudarla.

Pero ¿cómo? decían las tontinas de sus amigas. Ella ya sabía como, pero no iba a decir nada a nadie. Lo supo desde el primer golpe y el primer beso que siempre le daba diciéndole:

-Lo siento cariño, estoy muy nervioso, tienes razón, tengo que ir a un especialista, perdóname mi amor, te quiero tanto y la besaba y besaba.

Pasados unos días Guillermo dio la orden tanto a sus hijos como al servicio para dejarles solos en casa. 

-Mamá está rara estos días y quiero darle una sorpresa- le dijo a sus hijos.

-Sin problema -dijeron todos ellos riéndose.

-Pero pagas tú el hotel- volvieron a bromear.

Pasaron una velada extraordinaria. Hasta ella se convenció que de verdad le importaba. Hasta que empezaron los golpes, hasta que ella le provoco, dándole una bofetada que a él le enfureció más, agarrándola y subiéndola en volandas   las  escaleras. Hasta que ella con una calma fría y con una media sonrisa se dio la vuelta y le empujo con tanta fuerza que se  desnuco en ese mismo momento, así lo había planeado.

«Golpe a golpe, beso a beso». Murmuró mientras miraba a los ojos sin vida de Guillermo.

No hubo investigación sólo un parte policial donde decía:

-Caída accidental  por los efectos del alcohol.

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