Mis ojos me preguntan a diario que donde estás que a donde fuiste, que ya avisabas que te ibas pero creyeron tener más tiempo.
Mis manos tiemblan en las noches buscando las tuyas tibias y gentiles buscando consuelo, pero no pueden más que encontrar el frio de tu almohada.
Que mamá a diario llora tu partida y de mi boca no salen palabras que puedan aliviarla porque igual que ella mis lagrimas se derraman pero solo cuando nadie esta mirando.
Que el florista se pregunta porque mi mirada vacía que no me perdió la pista y que ahora lo visito cada semana sin falta para llenar tu vasija.
Que a esa niña le faltaran tus abrazos al crecer, que no hay manuales que nos preparen para hacerle entender, que te fuiste que no estas que ya no podrá sobar tus pies.
Que tu cuarto sigue intacto, que aún huele a ti pero aunque te busque entre tus cosas no te puedo ver y si me recuesto en tu sillón me hundo un poco por el peso que llevo en el corazón.
Que mis manos ya no saben como escribirte pero aquí me tienes haciendo torpes intentos para poder recordarte, que pido verte en sueños y en recuerdos.
Y que mis labios extrañan la calidez de tu frente, que se preguntan en donde guardan los besos que no te dieron, que en cada uno de ellos iba escrito un «te amo nunca me hagas falta».
Que esperan reencontrarse contigo algún día, que mientras tanto seas mi guía, que me ilumines en la oscuridad de mi alma, y que tus labios visiten ahora mi frente en las noches.
Que le hagas saber al niño que cuidaste que te guarde mil besos por cada día que no estés, que su abuela lo acompaña y que algún día vendrá por el.
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