Me gusta cavar fondo y hacer de madriguera tus carnosos labios, llenar las grietas claras que abundan en ti, pintarlas de color y colgar cuadros de fotos de nosotros dos. 

Quiero inhalar ese aire marino que abunda en ti, hacernos los desconocidos para así volvernos a conocer, re descubrir tus islas vírgenes, para que al final del día con la mayor de mis fuerzas me escuches gritar -¡Victoria!-. Mientras toda la habitación se inunda y nosotros solo flotamos entre los miles de recuerdos que se vuelven espuma…

Me llenas de ceniza, la playa queda repleta con tus armas blancas; y, a pesar de que solo me hayas dejado dar una calada, fue suficiente para volverme adicto a ti. 

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