Una noche de cualquier verano, en el pasaje de algún barrio, se había pactado el encuentro entre Gabito y Ana, una pareja de niños formada en un antiguo juego de botella borracha.
Ella, una niña agraciada, con experiencia un tanto más desarrollada en los menesteres del beso.
Él, de nombre Gabito, un niño tímido, nada preparado para el mismo arte…
La platea, los amiguitos conspiradores.
En ese pasaje, había una casa con reja blanca, que formaba una especie de corralito con vista cómoda para los amiguitos, quienes eran los cupidos de aquel aterrador momento.
Se había rumoreado en algunas esquinas, que Ana ya había mantenido no pocas relaciones, contaba con experiencia, y se decía que sacaba la lengua al momento de practicar el beso, algo que Gabito no llegaba a entender (pero la imaginaba como a Scooby Doo antes y después de comer).
Estando ya frente a frente, aterrado él, sabiendo que no habría vuelta atrás, permaneció en shock, petrificado, no sabiendo qué esgrimir para evitar la deshonra pública, mientras la platea alentaba:
¡Vamos Gabito! ¡Qué esperas Gabito! ¿Te chupas Gabito? ¡No seas maricón pues! Todos se burlaban, mientras él, sin poder reaccionar.
Su mirada tímida que apuntaba hacia ella, terminaba cayendo hacia piso… miraba también a sus amigos que arremetían con vítores y risas. Gabito empezó a verlos de tamaño descomunal, mientras él se había reducido a una habichuela, a un insecto, una hormiga colorada.
Y entonces sucedió…
Se le ocurrió lo único que pudo salvarlo, y profirió lo más estúpido que pudo haber dicho alguien en esa situación. Fue una respuesta encolerizada, encojonada; fue un manotazo de ahogado…
─Si eres tan machito, entra tú ─le dijo a uno de ellos… y como todo un caballero, le cedió apabullado el puesto a Carlitos, quién era el más despabilado de los espectadores.
Gabito vio la escena que le marcó para siempre… le marcó ver a su niña endulzándose con aquel amiguito en un beso aparecido de la rabia… pero más le marcó la destreza de ambos, y sentía que le dejaban la vara muy alta para cuando llegase su turno, su beso…
Después de practicarle unos suaves golpecitos con el pulgar en la espalda a Carlitos para interrumpir su escena de amor, este tuvo el gesto noble y devolvió el puesto de combate, no sin antes limpiar los labios de Ana, como si le fuese a pasar la botella luego de probar un trago de alguna gaseosa…
Esa noche, Gabito tuvo su primer beso con la chica que le gustaba, escena aplaudida por un recién llegado amiguito, que para suerte de Gabito, no supo que fue imitación de la escena ocurrida minutos antes, y comentó emocionado ─¡¡¡Parecían de novela!!! ─entonces Gabito recogió los pedacitos de su orgullo pisoteado y pudo sortear estoicamente la situación sintiéndose como héroe ante esa alentadora calificación… y lo mejor, fue que después de todo, pudo sentir los labios de su adorada niña, despejando al mismo tiempo la duda que taladraba su cabeza, y es que pudo entender que el lengüetazo de Scooby Doo no era “exterior” como se lo había imaginado…
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