Simplemente, un beso

Simplemente, un beso

Paloma

17/01/2021

Mi mirada se desliza rauda sobre las palabras, mi mente las decodifica y mi memoria intenta retenerlas. Palabras, oraciones, términos, no despego la vista del texto, enfoco toda mi atención en el capítulo del libro. Sé que si por un momento dejo que mi imaginación tome posesión de mí, si por un breve instante me distraigo de esta tarea, todo mi ser se transportará al pasado, a un momento eterno, a revivir la historia de aquel beso. Te conocí hace varios años, por meses tejimos nuestra amistad con conversaciones diarias, ambos sabíamos que ese sentimiento se había transmutado en algo más profundo, y, sin embargo, a pesar de todas esas certezas, me ahogaba la incertidumbre de nuestro encuentro. Hacía varios meses que no nos veíamos, la distancia y la pandemia no nos lo habían permitido. Acudí nerviosa a aquella cita, sin dejar de preguntarme cómo era posible sentir tanto temor y deseo al mismo tiempo. 

Y fue entonces que llegaste y me abrazaste, como si temieras que en cualquier momento fuera a desaparecer. Una palabra susurrada dulcemente a mi oído, la más bella orden con regusto a invitación y esencia real de deseo: “Bésame.” Eso fue lo único que dijiste. Y lo único que fue necesario para borrar la distancia y el tiempo. Una palabra y dos personas, un momento y dos bocas que se encontraron por vez primera, tímidas, temerosas, pero seguras de pertenecer en aquel lugar e instante. Cómo olvidar el roce de tus labios, tu cálido aliento, el batallar de nuestras lenguas dentro de tu boca, los sutiles cambios en presión y movimiento, de posición y ritmo. Esa mordida inesperada a la mitad del beso, esa sonrisa inconsciente e inevitable. La boca siendo sincera, expresando lo inefable, simplemente, un beso.

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