Con tus libretas a cuestas, busco entre tus líneas… esperando encontrar tu sonrisa, tus chistes, tu sarcasmo y porque no… hasta tu sal, por que como bien repetías constantemente algunas son de miel y algunas otras de hiel. Tratando de recordar para reflejar, eso que se de ti..
I
Estaba ya muy oscuro y en la pobre casa no había ni tuberías, tendrías que armarte de valor y salir a buscar donde cambiarle el agua al canario… con un pasado lleno de castigos por orinarte la cama, es enfrentarse a la noche o saberse jodido en la mañanita, por esa madre áspera de corazón con grandes surcos en la piel de tanto trabajar bajo el sol.
Sales corriendo pensando en tantos cuentos sobre los espíritus que rondan esa casa ajena, la vieja madrina de tu madre, dueña de la casa, duerme plácidamente en el catrecito de al lado. Sin poder pensar mucho, empiezas a desaguar en el tronco de ese árbol tan grande y frondoso que cubre todo el maltrecho techito de la casita, cuando de repente ves unas lucecitas a tu alrededor, se acercan flotando en el viento y tú con tu canarito al aire y aun desaguando empiezas a dar vueltas buscando salir del cerco donde esas lucecitas te metieron, sin darte cuenta que te estabas orinando las cholas, los pantalones y todo lo que había a tu paso.
Cuando tus gritos despiertan a tu mama y a tu madrina, coñazos te dieron por loco… pero tu sabias lo que habías visto, y mientras mi abuela decía que a lo mejor fueron luciérnagas, la madrina decía que eran los espíritus que cuidaban las morocotas…. ¿¿¿morocotas????, ¿¿¿y eso se come???, este fue tu primer encuentro con ellos y sería una anécdota que contabas una y otra vez hasta que me la aprendí y entendí que al morir la madrina a ustedes los sacaron de la casa para venderla y el que la compró, al reformarla encontró según tú, las morocotas enterradas debajo de ese gigante árbol, ¿pero chico y los espíritus lo dejaron acercarse a ellas y a ti no?.
II
Ya tenías 16 años, estudiabas tercer año de bachillerato como se le llamaba por ese entonces, decidiste vender tus bicicletas con las que repartías los mandados que te encargaban y el abono que preparabas y vendías a los amantes de las matas, así como tú, para poder venirte a este pueblo desde donde hoy sigo pensándote y encontrándote. Querías navegar los siete mares y viajar, viajar y viajar, así pues lograste la firma de mi abuela en tus documentos, aunque su única excusa para no dártela era que un tiburón te comería completico, una ropita nueva que era necesaria para ingresar y que no se te olvidaran tus hermosos interiores hechos con tela de saco Harina Don Pancho, lo cual decía en una de tus nalgas, pero así y todo te abriste camino, con tu talega llena de esperanzas y la cruda soledad escondida en tus pestañas, esas que se mojaban cada fin de semana al ver que todos recibían visita y tu no… cónchale papa mi abuela no tenía con quien dejar la vega, entiéndela…
Para esa época tenías otro cuento… decías, que una noche tomaste un autobús que te llevaría desde un pueblo que ya no recuerdo hasta tu casa, te toco el ultimo asiento disponible, el de la última fila, ese el del medio, el que nadie quiere, por no tener ni de donde agarrarse, pero el cansancio te estaba matando y te sentiste agradecido por el solo hecho de poder abordar la unidad. El sueño te había vencido ya y de repente de un sobre salto abriste los ojos solo para ver en el medio de la vía, una muchacha parada esperaba el golpe que debía darle el autobús desde el cual ya con tus ojos desencajados y los gritos de alerta hacia el conductor, tratabas de salvarle la vida…Pero ya era tarde el autobús siguió de largo y ella sin inmutarse desapareció ante tus ojos, exactamente al frente del asiento que nadie quiere, allí entendiste que nadie la veía, por el regaño de la gente que habías despertado con tus gritos y el conductor que habías asustado, no veían lo mismo que tú y que el espíritu de aquella chica solo estaba allí esperando la luz que no veía para transcender.
III
Siempre contabas tus encuentros fortuitos con ellos… nunca les tuviste miedo.
Y bueno llego el momento de tener mis propios hijos, fui madre soltera muy joven y gracias a ti y mi mamá mis hijos mayores son lo que son y por supuesto yo también…
El Día Internacional de la Mujer, Mi hija mayor en su estado, en una red social coloca tu foto y titula: La primera persona que inculcó en mí el feminismo…, sé que tu mentalidad no era de por estos lares, pero también sé que cuando entendimos que nuestra niña le gustaban las otras niñas, te encerraste en tu cuarto tratando de entender el porqué de esto que te tocaba vivir.
Aun no me he sentado a preguntarle, qué parte de tus viajes entre anécdotas y refranes, te inspirarían a hablarle del feminismo, recuerdo que a mi hermana mayor la nombraste Winnie, en honor a una mujer que defendió los derechos de las mujeres para el voto… fue por Winnie Mandela…
Vienen a mi mente refranes, consejos que me ofreciste en algún momento mientras crecía, decías, por ejemplo:
– El que te quiera quitar la ropa que te la compre primero…
– Estudia primero para que después tires a calzón quitao…
– Estudia para que ninguno venga a maltratarte y tu misma te mantengas…
Pero también te quejabas que no habías podido llevar al altar a ninguna de tus hijas, porque todas habíamos metido la pata antes de casarnos… ¿será que nos querías llevar castas, puras, vírgenes y casi niñas al altar?????? jajajaja… sí papa te defraudamos.
No sé si esos mismos mensajes contradictorios, un poco confusos y nada ortodoxos son la inspiración de mi niña, lo que, si se papito es que me enseñaste junto con mi madre a que, si quiero la luna, pues me la baje yo misma…
Mi hijo dice que su hermana es una feminazi… término un poco fuerte a mis oídos, ignorantes de todo lo que pueda abarcar, refiriéndose a «feministas radicales», esto va más allá de ser incluyentes, de la igualdad entre los sexos y la legalidad del aborto. Basándose en el slogan «Mi Cuerpo, Mi Decisión», o algo así.
Se que le tuvieras una respuesta a tu nieto, defendiendo la postura de tu nieta, solo tú, con tu pragmatismo e ideales, con tu mente abierta, con tu vida vivida y con todo lo bailao, y lo que me falta encontrarte todavía… lo que se papito mío es que te asombrarías mucho de lo que en 3 años ha cambiado el mundo a pesar de todo lo que viviste en otra Venezuela, la Venezuela que te envió a estudiar con toda tu familia en los Estados Unidos, una Venezuela que permitía que mantuvieras a tu mama, a tus hijos mayores y tu casa sin robar ni estafar a nadie, pero se papito que un verso ya le hubieses escrito hasta al virus que nos acecha, que se ha llevado a grandes amigos, que nos tocó de cerca pero salimos airosos, pero ese papito… ese es otro cuento.
IV
Cuidaste de tus nietos desde bebes, dejaste el cigarro solo para que ellos se criaran sanos, siempre salías con mi sobrino de copiloto, eras el señor que recogías las pelotas de las clases de tenis de mi hija mayor, y aunque mi hijo era un come gato, eras el abuelito de todo sus compañeritos de clases, y era a él que le pedías que te pusiera tu música preferida en la computadora y a el mismo le confiaste tus escondrijos más secretos, sitios que el visito cuando te fuiste y rescato tus tesoros, camino por el mercado avisándole a tus amigos de tu partida y preguntando cuanto le debías, todos ellos alegaron que el sábado habías pagado todo, ¿será padrecito que tu sabias que el lunes te irías?. Recuerdo que mi hijo creció como tu viéndolos hablando con un niñito que se le aparecía y le pedía sus carritos para jugar, veía como bajaban las escaleras personas flotando, un día te dijo que tu mamá ya fallecida estaba en su cuarto exigiendo que él le pidiera la bendición pero también te contó cómo se convirtió en otra cosa, como yo no nunca vi nada solo me lo llevaba del sitio hasta que dejo de verlos y ya, tú en cambio hablabas con él y luego de que te fuiste me confeso que él los vio hasta los 13 años pero que tu durante esas conversaciones, le dijiste que no dijera lo que veía, para no verlos más y el cree que gracias a eso, así fue.
Están también los hijos de mi hermano, el mayor no vivía aquí, pero sus vacaciones la pasaba con nosotros y tú siempre lo asustabas diciendo que su mama estaba en el mar esperándolo, el segundo no era, ni es de mucho hablar, y al tercero siempre le preguntabas que te habían traído de la Ciudad.
Precisamente en los sueños de este último nieto te despediste unos días después de tu cremación, pidiendo te guardaran torta de su muy cercano cumpleaños, y bendiciéndolo.
Hablando de mi hermano, el único que tengo de padre y de madre, me contó, lleno de orgullo que estando en segundo semestre de su carrera de Publicidad y Mercadeo un profesor le pregunta:
– ¿Tu eres el hijo de José Yánez el militar?
– Si su segundo apellido es Ceballos, si soy,
responde mi hermano, el profesor le dice a todos los presente:
– Pues este señor que viene de una familia tan pobre, con unos padres que con lo poco que tenían, esperaban a un hijo campesino como ellos, duros como los rayos del sol, esos que queman, este señor le puede vender tranquilamente HIELO A UN ESQUIMAL. Eso lo lleno de tanto orgullo, que lamenta grandemente no haberte reconocido ese poder en la palabra, padre mío.
Yo tenía un gran sueño, el cual logre cumplir con el apoyo de todos y la bendición de Dios, 8 meses antes de tu partida te di a tu nieta más pequeña, sin hacer caso a tus consejos de que si tiene un apellido largo se le debe colocar un nombre corto o viceversa, le puse 3 nombres larguísimos llenos de letras E, la sorpresa de todos fue encontrar entre tus tesoros, una libretica vieja llena de colores, de poesía, consejos y mucho amor para ella, donde especificabas que era tu hora de irte y que no serias para ella el abuelo que fuiste para tus otros nietos, pero la amabas con tu alma.
Ya han pasado 3 años y 6 meses desde que te fuiste, en medio de la pandemia ella logra llegar hasta donde puede prender la luz, y le digo ya sabes prender la luz hija y me responde:
– Si mami, porque soy muy inteligente, me lo dijo mi abuelo.
Yo sorprendida le pregunto:
– ¿Cual abuelo?
– Tu papá pues, me responde. El apareció, está en una casa de verano y se fue.
No pude, papito mío, sacarle más información, no pudo responder mis preguntas, no dio más detalles, siempre dijiste que los niños podían verlos, así como tú los veías, hasta dabas consejos de como asegurarse que eran espíritus, decías que había que verle los pies a ver si caminaban o flotaban. En fin, no puedo siquiera dejar de pensar que ahora que eres uno de ellos, no vendrías a vernos, que no me preguntarías si había agua para regarte tus matas, si no harías ladrar a tus perras hasta llamar mi atención, pero si papito yo te escuché y como ya sabrás también te regué tus queridas matas.
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