«El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad» Cien años de soledad.
Construimos un mundo y le dimos el nombre de sociedad. ¿Habitamos en el o luchamos por sobrevivir?, no somos más que pasajeros en este avión. ¿El destino del viaje? es incierto en ocasiones, pero, mantenemos la fe, la esperanza y las convicciones.
La abuela se mudo hace un tiempo con nosotros porque cada vez que la llamábamos nos decía que antes de morir quería reunirse con toda su familia el día de su cumpleaños. Mi madre le organizo una fiesta y los familiares más cercanos asistieron. Todos estábamos a la expectativa vigilando a la abuela. Aquel día se divirtió, sonreía, fue feliz viendo a través de la felicidad de los otros. Aquellas personas estaban aquel día reunidas ahí gracias a ella y eso debe ser un sentimiento gratificante.
La abuela volvió a su casa después de la fiesta. Desde entonces nosotros la visitamos a diario, tenemos esa preocupación de hacerla sentir lo mejor que pudiéramos en sus últimos momentos de vida.
En casa de la abuela hay mucho ruido y mucha gente que logran distraerla. Ella vive con una de sus hijas y en la parte de atrás de la casa viven dos de los hijos de mi tía. Leo tiene 3 niños y Carolina tiene 2 niños. Los hijos de mis primos, con sus ocurrencias le enseñan a la abuela a llevarse bien con la tecnología, entre discusiones y gruñidos ellos terminan ganado la discusión entre en encender la televisión, jugar en el celular ,ver las novedades de la tecnología, debido a que a la abuela le da miedo dañar aquellos aparatos.
Juntos aprenden a pronunciar nuevas palabras. La abuela las jergas y los términos anglicistas y ellos los términos ancestrales. La abuela al igual que ellos se a convertido en una esponjita que absorbe, pero que también alimenta . Entre ellos se retroalimentan de conocimientos. Ella les habla de animales que servían para transportarse en sus tiempos y ellos le cuentan todo exagerado e inventado de un mundo que aun no existe pero que para la abuela es creíble. Entre risas ellos le mienten creyendo que la abuela es tan ingenua para creer que las vacas con sonido de puerco en dos ruedas los llevan volando a la escuela y entre risas ella también les miente sobre las aventuras en lanchas o los paseos a caballos o los caminantes sin fin y ellos asombrados de las diferencias de ese mundo mágico lo comparan con su realidad tecnológica y les parece irreal y maravilloso haciéndoseles imposible una vida sin televisión o sin internet.
Pero los niños no siempre están en casa y entonces la abuela viaja a una realidad que solo ella conoce, una realidad a la cual todos estamos destinados a llegar en algún momento.
Una tarde visitamos a la abuela, llegue primero y me pare frente a la ventana con la intensión de sorprenderla y ella estaba ahí, al otro lado. El otro lado de la ventana es dentro de la casa, pero ella estaba más adentrada en sus cavilaciones. Estábamos ahí y lo único que nos separaba era un delgado y viejo cristal trasparente. Yo la veía mientras mi sonrisa se iba desfigurando, mi ceño debió fruncirse, alce la mano con preocupación en forma de saludo y note que la abuela no me estaba mirando. ¿Perdió la vista?. me invadió un poco el sentimiento de pánico. Voltee hacia mi familia para avisarles lo que le pasaba a la abuela, venían a paso lento tras la subida de la pequeña loma inclinada que hay para llegar a casa de la abuela. Pero estaban aun muy lejos . ¡Abuela! le dije, ¡abuelita!, le grite. No había duda, estaba adentrada , dentro de su casa. Decidí golpear la puerta con precaución de no asustarla.
¡Abuela, abuela, abuela! ,al segundo toc toc la abuela despertó del sueño lucido en el que parecía estar, volvió su alma al cuerpo y me vio atreves del cristal, me sonrió con esa sonrisa tierna y ansiosa de quien esperaba a el esperado.
Nunca volví a ver a la abuela de una forma igual, ¿Dónde estaba la abuela aquel día?, ¿a quién miraba la abuela?. En ocasiones la veía sentada en aquella ventana silenciosa y concentrada. Observando analíticamente. Ajena a quien la rodeara. Un día le pregunté -¿Qué veía atreves de la ventana?, me miro y me sonrió. Y yo conozco esas sonrisas y esas miradas de quien esconde un secreto que no debe ser contado , un secreto que no será creído, un secreto que no debe ser oído .¿A quien espera la abuela ?, porque desde aquel día note, que a diario se despierta se arregla y se sienta ahí en aquella ventana y la mira, como si fuera un pasadizo secreto , y de vez en cuando se le forma una pequeña fisura en los labios. ¿A quien evoca la abuela en aquella ventana? porque hay días en los que se sienta y murmura muy suavecito , sin mirar a nadie , a ningún lado , solo a su amiga la ventana, pero fiándose de que nadie entienda lo que susurra.
A veces la ventana la entristece como si se encontrara con algún recuerdo melancólico y pasa días sin visitar , sin susurrar y sin sentarse en la ventana. Hasta que vuelve y en ocasiones se encuentra con su reflejo y se da cuenta entonces que ha envejecido, que la invaden las canas, que le falta un diente, que ya tiene 98 años, que esta sola y llena de gente. Voltea y entonces le da por vivir a la abuela, por cambiar, por teñirse las canas, por sonreír, por no mirar a través de esa ventana.
La abuela a veces también le huye a esa ventana , entonces le pide que la lleven a sus casas , que desea salir y cambiar de ambiente , tomar otro aire. Y se da un paseo por diferentes lugares , por diferentes casas, y va recogiendo otras experiencias y aunque ella huye de su amiga la ventana, también se encuentra con otras ventanas , evita la abuela , no se siente en confianza , trata de ni mirar siquiera ninguna ventana, quiere olvidar por unos días ese vinculo , ese hechizo que le ha hecho su amiga la ventana. Y lo logra.
Pero se engaña la abuela , lo he notado, ella extraña ese encuentro con la ventana, ese rayito de sol que entra por el cristal directo a la sien y la abuela susurra como si hablara con dios, se miente la abuela, no huye de la ventana, huye del silencio, de la artritis y la hipertensión. Y cree que la ventana le avisa que se acerca lo inevitable y entonces la abuela , sale a recorrer los últimos pasos , porque la muerte la asecha, la muy vil se a convertido en su amiga y la abuela no parece tenerle miedo. Se aterra que sea en esa ventana donde en el silencio, y la soledad la muerte le llegue.
Después un largo viaje vuelve la abuela a su casa. Desafiante. Alegre. Y en algún momento del día se distrae en el silencio y cae, cual Alicia en su portal y se desvanece a través de la ventana
«¿Qué le dice esa ventana?»
Me paro escéptica frente a la ventana y lo veo , veo el mundo transformado y la abuela, ¿ qué ve?
Nos vamos desnaturalizando con los años. La abuela se niega a naturalizarse en este mundo que se mueve con tanta rapidez, la abuela vive, vive muy adentrada en su casa sorprendida del mundo exterior y esperando la muerte tranquila y calmada.
«A los 98 años mi abuela no pierde la lucidez , ni la visión, reconoce, habla y escucha perfectamente, tuvo 11 hijos de los cuales 4 murieron. no conozco a todos mis primos y mi familia cada vez se agranda , ella ha tenido el privilegio de conocer a todos sus nietos y algunos de sus bisnietos y tataranietos. O mas bien nosotros tuvimos el privilegio de conocerla. Aun recuerdo cuando me peinaba y me enseñaba modales de una señorita. Siempre fue una mujer independiente , que lucho sola por sus hijos dándole lo que estuvo a su alcance con los recursos que dispuso en aquel tiempo. Tiene un corazón muy noble al que muchas veces le rompieron, pero a sabido vivir casi un siglo con el corazón roto. Hoy en día ya no puede caminar, y su sistema nervioso se esta desgastando. Se encuentra al lecho de la muerte, lo sabe ella, que cualquier día podría morir fisiológicamente. Es admirable ver como no se resiste a esa idea. La veo y no entiendo como funciona el mundo. La veo y veo que no le damos el tiempo suficiente, que todos estamos ocupados formando nuestras vidas , cumpliendo nuestros sueños, que a veces solo disponemos de un día al mes o la semana un par de horas para saludarla, mientras ella espera ansiosa en la salita de su casa 365 días. Me pregunto ¿Cómo se siente la noche?¿ cómo se siente el día en aquella etapa de la vida llena de tanto vacío?»
Pero no exige la abuela. El día de su cumpleaños de los 7 hijos solo uno la llamo, entonces ella lo hizo. Realizo 5 llamadas y les formulo una sola pregunta ¿ Cómo esta mijito? Todos le comentaron como se sentían, algunos mintieron diciéndole que estaban bien, otros compartieron alguna desilusión laboral, algún problema marital, pero nadie se recordó de su cumpleaños. De los 5 hijos solo 3 le preguntaron como estaba, ella también mintió, les dijo, que se encontraba bien.
La abuela los escucho , los aconsejo, y con mucha clama y con tanto amor les deseo la bendición. Aquel día llore desconsoladamente y por un minuto juzgue a la abuela y odie a los otros. Pero quien soy yo para todo eso. desde aquel día desee no tener una vejez así. Una vejez, en donde nadie se acuerde de mi cumpleaños.
Lo sorpréndete es que la abuela no lloro, colgó, suspiro y se sentó frente a la ventana.
La vejez es una de las etapas mas tristes de la vida, solo hay que sentarse un minuto a observar , sin importar la clase social a la que pertenezcas, te vas a encontrar con esa realidad, el silencio, la soledad, el vacío. ¿Tú, ya llamaste a tu abuela o abuelo ? ¿ya visitaste a tu madre?¿ le dijiste que la querías ? ¿Qué estas esperando ? a que un día tengas que ir a visitar una lapida gélida y mohosa que ya no siente ni ve ?
¿Tú ya encontraste tu propia ventana ?
Había necesitado muchos años de sufrimiento y miseria para conquistar los privilegios de la soledad, y no estaba dispuesta a renunciar a ellos a cambio de una vejez perturbada por los falsos encantos de la misericordia.
Cien años de soledad
OPINIONES Y COMENTARIOS