Proveedora.

Proveedora.

Alan

24/03/2021

Muchos son los penares, demasiadas las responsabilidades, entre otros suplicios que aquejan y llevan cargando los individuos a caídos en la senectud. Como etapa final del ciclo de vida humano y de algunas otras formas de vida en este planeta, se ha tenido siempre como símbolo de autoridad, sabiduría, y como si el llegar ahí fuese producto de decisiones acertadas y evitar el infortunio, pero ciertamente no podemos conocer el recorrido y el sentir de nuestros adultos mayores sin tener pleno conocimiento de causa a viva voz de ellos mismos. A continuación, narro y describo, de manera intima y muy personal, como también desde mi propia perspectiva, la historia de una de las personas que mas he querido y quiero en mi vida, que a pesar de muchos contextos adversos, siempre ha sabido ganar mi alegría con un plato de comida, algún bocadillo, o simplemente con un recibimiento cálido y grato a su casa; mi abuela Bertha, o «Alberta».

Nacida supuestamente en el 37 (y digo supuestamente, ya que su acta de nacimiento, originalmente está plasmada en un libro muy antiguo según cuenta ella misma), y en lo que pareciese un contexto post revolucionario, en la península de Baja California Sur, mi abuela viene del producto de una relación esporádica dada entre su padre (según ella cuenta parecía que era el estereotipo de macho mexicano con múltiples relaciones amorosas e hijos esparcidos por doquier) y entre su madre, de la cual no ha hablado mucho, pero solo sabemos que falleció muy joven por alguna enfermedad. Como era en aquel tiempo, y como si de un clisé se tratara, mi abuela migró muy joven a Ensenada, y a la edad de 15 años tiene su primera relación y su primer hijo de 11 o 12  que dio a luz (cifra que me parece fútil preguntar o contar con exactitud, ya que uno de ellos falleció, y los otros son tantos que creo que es el aproximado de hijos) con tres parejas más. 

A pesar de buscar el tener una pareja, o simples relaciones con las personas con las que estuvo, el abandono y la indiferencia familiar y amorosa fueron constantes en sus relaciones sentimentales, ya que salvo el papá de mi mamá, siempre terminó separándose de esos señores los cuales no valoraban la gran y fuerte mujer que fue y ha sido ella, y esto ultimo, aunado a la resiliencia y entereza que siempre fueron constantes en su actuar, ya que con base en su amor y su duro trabajo, siempre fue eterna proveedora para sus hijos, a los cuales si bien es cierto nunca les proporcionó lujos, nunca les faltó un plato de comida para saciar su hambre, y que mi abuela proveía día tras día con mucho esfuerzo. Y así continuó su vida, trabajando y proveyendo por ellos y para ellos, mientras que los hijos grandes volaban del nido, y su carga se iba aligerando paulatinamente hasta la llegada de sus nietos, los mas allegados a ella, al criar a unos y llevarse mejor con otros ya a mayor edad, ya que otros por las lejanías geográficas, simple indiferencia, o el que no se propiciara una relación estrecha con ella, nuevamente su vida tenía encomiendas fantásticas que la crianza que ella proporcionaba en otras facetas, podía disfrutar de su rol matriarcal protector con sabiduría y amor por los hijos de sus hijos. Su siempre elocuente modo de emanar soeces con un toque de amor y juego por sus nietos, siempre lograron que, por mas extraño que parezca, estos últimos supieran de alguna manera casi mística e inocente que las groserías no estaban permitidas en su lenguaje, y que si ella las decía, era por simple juego, y que no llegaban a verse el todo mal cuando ella las pronunciase.

Siempre tiene una anécdota relacionada con cada miembro integrante de la familia, siempre le vienen a la mente mas de una, y casi siempre llega a ser risible, por lo que se llega a quedar expuesto de alguna manera ante su visión del accionar a su alrededor. De mi, siempre recuerda anécdotas de cuando era un niño o bebé, de como pasaba de estados de animo tristes por estímulos externos, o mi hasta ahora voraz apetito y del como no me podían saciar el mismo, o cuando íbamos juntos al mercado por provisiones, entre otras. Yo siempre recuerdo por mi parte, su paso lento, su precaución al cruzar las calles, su generosidad al comprarme cosas, y su atinado gusto por siempre por los alimentos de mi predilección. Hoy en día a sus ochenta y tantos, y con la demencia senil en niveles altos, sigue recordando anécdotas de Carlos, Gaby, Miguel, Juan, Alan, y un largo etcétera, aunque de maneras distorsionadas y poco cercanas a lo que realmente pasó, por su misma condición de senectud. Al igual que de las personas recuerda anécdotas, si tu le comentas algún padecer, inseguridad o problema, ella buscará la manera de yuxtaponerlo con alguna otra historia para poder aconsejarte de la mejor manera, y que busques experimentar en cabeza ajena en la medida de lo posible para que puedas equivocarte lo menos posible en tu encomienda, ya seas hombre, mujer, chico o grande, conocido o desconocido, en general, buena samaritana en ese aspecto.

Y así transcurría su vida, pasando por diversas facetas, como es costumbre en las personas con ya algunos años en la tierra teniendo algunas operaciones, cambios de humores y formas de ver la vida, mi abuela ha cambiado, evolucionado, involucionado en algunas cosas, superado algunas otras, y compartiendo a través de la conversación de manera repetitiva e incesante anécdotas y experiencias familiares a lo largo del tiempo, como todo mayor, compartiendo y dando hincapié en algunas características de su descendencia y en lecciones de otras cosas o escenas pasadas.

Actualmente ella sigue viviendo; ¿por que motivo?, no lo puedo ni imaginar, mucho menos deducir; ¿estará consciente de su vida, o solo existirá?, tampoco lo sé, lo cierto es que aún sigue estando ahí, con 84 años, alegrándose por visitas, por un cálido saludo, por algún detalle que tengan con ella. Con los problemas clásicos de alguien de su edad, la salud en detrimento, la demencia senil a tope por momentos y por algunas ideas y acciones, la falta de memoria (aunque ella dice que no) o confusión en ideas, la incapacidad para aprender conocimientos nuevos, y la amargura insuperable por algunas situaciones que no mira justas, pero a pesar de todo eso, siempre con la esperanza de algún mañana, por ver si llegaré a su casa a la hora del descanso para ver que comeremos.

Mi relación con ella (y apropósito del final de mi ultima idea en el párrafo anterior) ha sido siempre una simbiosis bastante prolija y regular, siempre me provee (o trata) lo mejor, y yo trato de corresponderle siempre, ella sabe casi todo de mi, y yo siempre la escucho atentamente aunque a veces el exceso de sus palabras y la falta de tacto para no guardarse cosas me causan ruido, yo entenderé siempre que son consecuencias de la etapa en la que está y del contexto en el que está. Siempre quiere darme cosas, y siempre termino aceptándolas para que no se enoje, y con gusto las acepto, siempre me ha querido, y el querer es mutuo, siempre benévola y con sus soeces alegres que te sacan una sonrisa, y que ella tiende a decirnos de cariño desde siempre y de manera sarcástica ante ciertas situaciones risibles.

A menudo recuerda ciertas vivencias con su familia; cosas buenas, cosas malas, cosas grises, pero las evoca a la memoria, siempre poniendo en analogía con algo que está pasando en la actualidad, describiendo de manera acertada la personalidad y acciones de los demás, aunque exagerándolos, haciendo honor a la frase de «los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad», y no porque sea borracha, o una niña, si no que al caer en cierta fragilidad mental, de acción, y física, se puede prestar a interpretar las cosas como una niña la cual no puede tener la totalidad de la coherencia de las cosas. Rencorosa por antonomasia, también y por esto ultimo, gran partidaria y cariñosa de quien en realidad quiere, sencilla como solo ella, ya que valora las pequeñas cosas de la vida, tanto en alimentos, vestimenta y un detalle humilde como unas flores en vida, ya que como ella misma ha manifestado, quiere que le lleven flores de viva, porque ya de muerta, nadie nos acordaremos de ella, reniega siempre que la muerte se ve involucrada en alguna de sus triviales platicas por algún tema aleatorio. Creyente en dios cuando lo necesita, aunque tampoco blasfema, ya que siempre ha mostrado el respeto que se necesita a esa figura omnipresente, pero que tampoco dice necesitar ir misa a ser «cucaracha de la iglesia» cada domingo como bien señala, y que estos tipos de pensamiento me hacen querer saber que mi lado «punk» salió precisamente de ella y esas ideas contrarias a la moral convencional que se vivía en sus tiempos y hasta ahora mismo. Siempre será y es recordada por la gente por siempre tener una platica jovial, cordial y respetuosa, ya que como señora «decente en sociedad» la he visto convivir con señoras de su edad, de menos edad, señores, jóvenes, entre otros, y siempre comparte el mismo sentido del humor, el mismo respeto, y las mismas ganas de obtener información y brindar información sobre su vida como si buscara una respuesta similar por parte de la otra persona (intercambiar chismes de vida, les llamo yo, característica negativa aunque he de confesar, interesante, por parte de doña Bertha) en retroalimentación sobre cada persona impuesta en el árbol genealógico familiar para así pasarlo a las demás personas en el barrio o a su misma familia, ya que el ocio que provoca el no tener tus propias actividades, en Latinoamérica siempre merma en ese aspecto del saber la vida del otro.

Mi abuela es muchas cosas, es madre, es signo de vida, es signo del final, es signo de sabiduría, es signo de terquedad, es polarizante, pero su punto medio es el dar, es el amor, es brindar, es proveer, es ser una gran persona, genio y figura, hasta la sepultura; por todo esto, y mucho mas, mi abuela es una persona increíble, y la amo demasiado que podría escribir eones y alargados renglones de ella y por ella, mi gran abuela, mi gran segunda madre, mi (y nuestra) gran, eterna proveedora de amor.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS