Son las 6:30 están pasando los titulares del día en la televisión.

Estoy en el andén, (entre vehículos y muchas personas caminando hacía sus hogares otros iniciando su hora laboral) me siento extraña de repente, algo que jamás me había pasado, siento una llama arder dentro de mí, lágrimas que llegan tomando paso por mi rostro, un dolor que hacía estremecer mi alma, el viento espeluznante ponía mi piel de gallina, todo era extraño aquel día, pero jamás pensé que algo grande en mi vida ocurriría.
Decido tomar el primer bus directo a mi casa luego de lo extraño y extenuado día.

Tomé una ducha como de costumbre, me puse mi pijama azul con estrellas aquella que me regalaste (recuerdo que decías que el color azul iba muy bien conmigo), cepille mi cabello en una cola amable con mi cabeza, fui por un vaso de leche y a prepararme un sándwich, me dirijo hacia la sala de mi pequeño departamento, decido sentarme en el sofá y colocar mi película favorita, todos los días a llegar a casa suelo ver con Andrés películas románticas mientras cenamos, hoy me encuentro sola viendo el diario de una pasión, termino de comer y coloco la vajilla en la mesita de centro por lo que me doy cuenta que hay una pequeña carta escrita que tenía tu nombre, la tomo en mis manos y automáticamente mi cerebro evacuó por lo que lo único que dije fue «no vendrás hoy a casa».

Abro el sobre y me dispongo a leer;
«Dani, probablemente si estás leyendo esto es porque estás viendo alguna película romántica en el sofá en el que solíamos frecuentar, te escribo esta carta porque sé que es la única manera poco racional que tengo para decirte esto.
Me baso en todos lo momentos y espacios que tuvimos juntos a lo que sabes que fueron realmente muy poco, a pesar de que sé que estuviste para mí siempre que te necesité, que salías de tu trabajo si necesario era solo para venir a verme porque yo te lo pedía, venías a abrazarme porque yo te lo pedía, hacías todo lo que yo te pedía y si notas todo fue así, porque YO TE LO PEDÍA, Dani no solo lo bastaba con que hicieras todo y estuvieras ahí, bastaba que hicieras poco, pero sin que te lo pidiera, muchas veces tuve que levantarte y pedirte un poco de amor y cariño, te decía que te extrañaba y siempre creías que era porque no estuviste en casa en el día, pero no era así, te necesitaba, necesitaba que me abrazara con tanta fuerza que unieran cada pedazo roto, pero no fue más que abrazos pedidos, siempre te dije que sí tengo que pedirte algo ya no lo quiero, no tenía que decirte de que carecía o que me hacía falta, no tenía porqué decirte que quería un beso tuyo porque no había tenido uno en el día, no tenía que decirte que quería un abrazo, recuerdo que antes lo hacías, sin que te lo pidiera y recuerdo que dijiste que así te gustaría que fuera que no querías que un día tuvieras que pedir un beso porque de voluntad propia no nacía y no lo hice, más sin embargo lo aplicaste para sí y no te juzgo quizá el estrés de un día largo de trabajo o no sé que será…
Termino esta carta para que no abrume y sea desgarrador, lamento decir que te dejé de amar y hoy por fin he podido elevarme lejos de ti, el hecho de que le des comida, hogar a un pájaro el cual tienes encerrado en una jaula no quiere decir que lo estás haciendo feliz puesto que no están sintiéndose libres y en hogar…
Psdt: sé feliz.»

Al terminar ya mis lágrimas estaban fuera, la hoja de papel mojada por mí, me estaba ahogando y al mismo tiempo deshaciendome en un mar de lágrimas, mi mundo se caía a pedazos, sentia que cada gota perforaban mis mejillas, mis ojos arden, mis labios solo mencionan un «¿por qué?», mi corazón crujía de dolor, sentí mucho dolor y desconsolacion, el no tenerte aquí, el no hablarte era abrumador, el hecho de no poder pedirte perdón o quizá abrazarte; el hecho de usar mayúsculas en un texto causa una sensación nefasta en mí…

Luego de todo o en medio de todo,
Creí que te encontraría en el sofá viendo tu programa favorito que solías ver cuando venías a casa,
Creí que estarías cansado y que como de costumbre pedirias nuestra comida favorita (ya sentía el sabor de la lasaña con queso),
Creí que me sentaría a tu lado, me abrazarias, me recostaria en tu regaño y veríamos las series románticas que tanto nos gustaba ver,
Creí que me estarías esperando con esa sonrisa ladeada que ponías al verme,
Creí que me cantarías al oído la habitual canción que creaste para mí aquel día emocionado de verme llegar «que dulce tenerte, que dulce verte…»,
Creí que estarían tus besos dulces y abrazos cálidos…
Creía que te encontraría aquí, que no te irías, que me esperarías,
Creo que en todo siempre hay controversia por lo que diré en mi defensa que hice las cosas bien, que muchas veces te di, sí, quizás pediste, pero te di con todo, sin refunfuñar, sin molestia, con toda la alegría y el amor, sé que nadie más lo haría y sé que tu también sabes que sería así, a veces si es necesario pedir porque a veces no podemos ver con nuestros ojos físicos lo que alguien necesita, a veces es necesario abrir nuestra boca para ver con los ojos del alma y dar lo que sea que necesiten.

¿Acaso se te olvidaron algunas cosas? ¿Olvidaste los momentos buenos?
Yo fui tu abrigo en las noches de frío (aunque el frío a mí me quemara),
Aprendí a mantener aceite para llenar tu lámpara en los días oscuros (aunque mis días se fuesen opacando),
Estuve para ti, aunque fuere de día, aunque fuere de noche (aunque a media madrugada te necesitara y no estuvieras),
Corrí a llevarte paraguas cuando la lluvia se aproximaba (y te vi partir con ella, mientras yo me mojaba),
Acondicione tus días cálidos (aunque muriera de calor),
Te ayudé, te extendí mi mano cuando necesitaste una (aunque acortaras las tuyas para no tendermelas),
Seque tus lágrimas, besé tu frente, te console (aunque yo endulce mi propio mar lleno de lágrimas)…
Aún así un día te fuiste y no pienso reprocharte por nada, no pienso tener que recordarte y hacer énfasis en las demás cosas que hice a las cuales no hubo respuesta devuelta y aún así las acepté por amor a ti o quizá sin pensar en mí…

Ojalá y algún día me puedas responder todas las preguntas que caban entre mi cabeza, quizá saber ¿A dónde fuiste? ¿Cómo arreglo esto? ¿Por qué me dejas aquí? ¿Donde quedaron los buenos momentos? ¿Si te faltaron mis besos y abrazos, cómo recompenso todo? ¿Si hay alguien más? ¿Como reparo tu corazón? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué esperar hasta aquí? ¿Cómo sería feliz sin ti? ¿Desde cuándo no me amas?
Yo aún te amo…


Ya son las 6 de la mañana, estoy lista para un día más laboral, mis ojos se sienten cansados, mi cabeza está apunto de estallar, la noche fue demasiado extensa para el doloroso momento.

Siempre he creído en la espeluznante teoría que cada que tienes un dolor por alguna razón el tiempo es más largo, como si el tic-tac del reloj dejara de sonar y las manecillas no sedieran, como si todo a tu al rededor se detuviera y solo quedas tú con el corazón hecho trizas.

Me voy a mi trabajo con la rara necesidad de encontrarme contigo, quisiera abrazarte o quizás besarte (en la mejilla, no importa) pero te necesito mucho y me dueles tanto;
Trillas mi corazón con tu partida, cabaste entre lo más profundo y sembraste espinas que con cada respiro perforan el alma, supongo que esto es un efecto colateral de aquello llamado «amor».

Son las 12:00, ha llegado la hora del almuerzo, voy camino hacia mi lugar favorito a comer nuestra comida favorita, la lasaña no es tan rica cuando no estás del otro lado jalando el plato, quitando los cubiertos para impedirme comer, no es tan chévere cuando no estás mirándome comer, con aquella mirada tan dulce, pero tan destructiva a su vez, puesto que no creería que hoy me hiciera tanto daño el no tenerla.
El día se me hace tan largo cuando se trata de olvidarte, cuando amas tanto a alguien y cuando sabes que has entregado todo, realmente duele, porque esperas más de lo que das y duele aún más que aún con todo sientas que amaste aquello que no te dieron, que sentiste que te enamoraste de las heridas, de los rasguños y raspones, que te enamoraste de cada estacada en el corazón, que a pesar de que no te amaron como debería o merecías, ahí en ese lugar te sentiste feliz, con migajas y a medias.

…………….
Luego de un largo día te veo al otro lado del andén ir tomado de la mano con una chica, te sentaste en una banca y la besaste, mi vaso de café cayó al suelo e inmediatamente emití un leve grito ante la desgarradora escena que estaba ante mis ojos, no pude evitar hundirme nuevamente en un mar de lágrimas, me coloqué en cuclillas y lloré como nunca, viéndote y viendo como todos me miraban a mi alrededor, las personas pasaban y murmuraban entre sí, el tiempo pasaba, llego una lluvia momentanea y yo me quedé ahí, todos corrían para no mojarse y yo solo quería que la entre la llovizna se fuera todo el dolor, ¿por qué me haces esto? ¿Por qué mentir para irte? ¿Para qué las excusas? Era tan fácil decirme que había alguien más, pero para ti lo más aterrador fue ponerme en una báscula donde pesaste las cosas dejándome en desbalance donde los desgastes en mi fueron evidentes, quisiera no sentir lo que estoy sintiendo, quisiera que la lluvia pudiera borrar todo.
Apenas recobro fuerzas y me encuentro de pie, noto que ya te has ido y me quedé con la duda de si me habrías visto, aunque debo aceptar que me gustaría que no, pues no soportaría saber que me viste y ni siquiera tuviste el valor suficiente de explicarme todo.

Estoy entre mi cama y cobijas, cicatriz, corazón roto, releo tus cartas que quedaron guardadas en el buró, traigo puesto el anillo de compromiso, las fotos nuestras colgadas en la pared al frente de mis ojos, la foto en la heladería, la foto donde tienes la nariz con crema de pastel en el día de tu cumpleaños, la foto donde estamos en el pasto de aquel parque que fue testigo de nuestra primera vez juntos, la foto en la cama donde nuestros cuerpo se unieron por primera vez, la foto de nuestras manos sosteniendo las llaves cuando nos mudamos a este departamento, tantas fotos, tantos recuerdos juntos, me niego a creer que todo fue falso, quizá todo aquello fue un hermoso inicio de un trágico y detestable final.

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