La pulsión es eso que nos proporciona la fuerza motriz, es la excitación interna que se queda fuera pero que no se escapa sino que se mantiene es lo que hace que alma y cuerpo se mantengan juntos. Mientras mi profesor hablaba sin cesar, mis tripas rugían, se convertían en un mounstro doloroso que no me dejaba concentrarme, y en lugar de poner atención a la ponencia mi mente imaginaba ese gran filete que se encontraba asándose al carbón en alguna parrilla.

Profesor -dije mientras levantaba la mano- quiero entender lo que dice –interrumpí su disertación mientras se escuchaba otro feroz gruñido proveniente desde lo más profundo de mi ser- supongamos que un impulso biológico seria comer, y eso es innegable, así como las funciones corporales, y es donde marcamos diferencia con los seres humanos y los animales, éstos se encuentran en una situación en el que para comer tienen que cazar, en el caso de los carnívoros, y tienen una estrategia innata que les permite más o menos éxito y supervivencia, lo que es llamado instinto, si imaginamos a una leona cazando a su presa, primero asecha –y mis tripas sonaban más fuerte que mi voz- y siempre lo hace igual y en muchos casos consiguen su objetivo, eso es lo que lo hace ser instintivo, siempre lo hace igual, análogamente la pulsión sería algo que está en nosotros, como el instinto, pero no es instintiva pues se nos ocurre ponerle salsa a la pasta –dije mareado por el hambre.

Es algo parecido -respondió el maestro- ya que la pulsión no es biológica sino original de la metapsicología en donde hay empuje, origen, objetivo y objeto tiene que ver más con el deseo, en respecto al orden de la psique, que con el aspecto biológico de la supervivencia.

Con un gruñido de su propio estómago del profesor nos indicó que teníamos dos horas para comer y regresar a continuar trabajando.

Jamás volveré a comer algo sin rendirle los debidos respetos, me dije tomando mis cosas y atravesando la puerta del aula sin despedirme de nadie, la sopa más humilde debería de pasar por una experiencia estética antes que pasar por mi boca, no sabría jamás si esa fuera mi última comida ni cuando sería la siguiente.

Es curioso que para Platón, el hablar del amor lo haga en una obra que nombra Banquete, no tenía idea de lo que me esperaba pero sabía que algo debía de comer y al fin lo decidí, tomé el teléfono y marqué con mi mamá para preguntarle que había preparado de comida, su tierna voz llena de amor y preocupación me respondió “lentejas hijo” sabía que debía ir a comerlas así que sin pensarlo me dirigí al aeropuerto para tomar un vuelo y recorrer los 950km que había de distancia desde su casa a donde me había ido a estudiar y así pude cenar lo que más me gustaba, un plato de la comida llena de amor que mi madre siempre prepara.

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