Ya todo se había acabado mamá… ya no tendría que volver a recorrer los pasillos de aquel hospital… ya no sentiría en la nuca las miradas de tristeza y compasión de aquel maravilloso equipo médico.
Ya todo se había acabado mamá… ya podía despedirme de aquel impregnante aroma , del cual no lograba desprenderme, una mezcla perfecta entre medicamentos, desinfectante y enfermedad… ese olor, que siendo conscientes o no de ello, activa en cada uno de nosotros la sensación de estar en peligro inminente, animándonos a no permanecer demasiado tiempo allí.
Ya todo se había acabado mamá… y sin embargo yo tenía que empezar… A vivir una vida sin ti, sin sentir el calor de tus manos, sin disfrutar del aroma afrutado de tu piel, pero es que, ya todo se había acabado.
Me tocó comenzar de nuevo… Y volví a casa sin ti, sintiendo que se me rompía el pecho, negando una y otra vez la realidad, buscándote en cada recuerdo…
Me tocó comenzar de nuevo… Pero no sabía hacerlo sin ti.
Fue una mañana cualquiera, al despertar, cuando me dí cuenta de que la primavera había llegado pisando fuerte. Toda la habitación estaba inundada de una suave fragancia repleta de diferentes matices y todos ellos me recordaban a ti.
Decidí en aquel instante que había llegado el momento de recoger las cosas que ya no necesitarías más.
El comienzo fue sencillo, papeles, pequeñas figuras, fotos, algunos libros. Cada objeto me transportaba a otro lugar, a un recuerdo, a una sonrisa, a un viaje compartido mucho tiempo atrás…
A la mañana siguiente, de nuevo animada e inspirada por la presencia de la primavera en el ambiente, decidí continuar. Delante de mí, aquel inmenso vestidor… repleto de todo aquello que había vestido tu cuerpo, tus blusas, tus abrigos, tus pantalones. Cerré los ojos e inspiré profundamente, intentando empaparme de tu esencia mamá, tatuándola para siempre dentro de mí.
Una a una fui tomando cada prenda, acercándolas a mi rostro, y apretándolas con fuerza…Nada podía escaparse, pues ahora ya sólo me quedaba tu ausencia.
Poco a poco, todo dejó de oler a ti y a pesar de que inspiraba tan profundamente como aquel día, fui perdiendo tu aroma…
Han pasado nueve años mamá, desde aquel día en el que todo se había acabado, nueve años en los que he buscado una y otra vez aquel recuerdo… Y ha sido aquí, apoyando mis manos cruzadas contra mi rostro, mientras pensaba sobre qué escribir. Inspiro profundamente y aparece, ese aroma, tu fragancia, exactamente el mismo olor… Miro y te busco como si el tiempo no hubiese pasado… Pero no eres tú mamá… hoy desprendo tu mismo olor.
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