Besos Sabor A Chocolate

Besos Sabor A Chocolate

Gabriel S. avila

11/05/2017

El primer amor nunca se olvida, es algo que siempre llevarás contigo y que nunca olvidarás, ya sea por una sensación, un aroma, una sonrisa o, en mi caso, un sabor.

Martina y yo ns considerábamos los mejores amigos. Éramos vecinos desde que teníamos memoria, estudiábamos en el mismo instituto y hacíamos nuestros deberes juntos. Compartíamos la mayor parte del tiempo, ella siempre hacía las bromas y yo los deberes, era una relación perfecta.

La única cosa que nunca habíamos compartido, era su cajetilla de chocolates rellenos de fresa favorita. Recuerdo que siempre alardeaba sobre sus dulces y me repetía una y otra vez que jamás me daría uno sin importar cuánto lo pidiera. No entendía por qué hacía tanta alusión a eso si yo nunca le pedía de sus chocolates, pero todos los días era igual, así que decidí probar uno para ver si el sabor de las golosinas era verdaderamente tan fantástico como ella lo hacía parecer.

Un día, encontré a Martina sentada en uno de los asientos del instituto comiendo sus chocolates mientras leía un libro. Al parecer era la oportunidad idónea para tomar uno de ellos sin que mi amiga lo notara, así sabría cuál era el encanto de mi mejor amiga por esos cuadritos marrones.

Me acerqué a Martina y la saludé como siempre lo hacía, ella, naturalmente, se sonrojaba como todos los días. Todo estaba marchando común y corriente, ella no sospechaba nada. Le hablé de muchas cosas así no fueran interesantes para distraerla y robar uno de sus dulces. Ella no dejaba de mirar su libro mientras charlábamos, pensé que era hora de actuar.

Mientras ella respondía una de las diez mil tonterías que dije, me aproximé a la cajetilla con sigilo y empecé a meter mi mano para encontrar el cuadro. Mi mano estaba a centímetros, casi podía sentirlo cuando ella me arrebató la caja y mandó a su boca el último chocolate a su boca, me había descubierto.

Pensé que se iba a poner furiosa, pero no fue así. Estaba sonriendo de forma inusual y también se había sonrojado de manera exagerada, no entendía por qué hasta que finalmente ella me preguntó: «¿Quieres probar mis chocolates?». Yo respondí sin dudarlo: «Sí, quiero ver a qué saben».

Martina calló por varios segundos. Sus ojos estaban escondidos, solo hacía eso cuando estaba muy nerviosa, pero no existían motivos para estarlo, bueno, eso pensaba yo hasta que se acercó, tomó mis manos y me besó.

El sabor a chocolate había atravesado todo mi cuerpo hasta lo más profundo de mi corazón. Era un sabor intenso, tan intenso que no me dejaba respirar. Sentí el sabor de la fresa pero no sabía si era el sabor del chocolate o el sabor de los labios de mi amiga.

De repente, pasé de ser un muchacho enemigo de las golosinas, a convertirme en un amante de los chocolates, de las fresas, de los besos, de Martina, y del amor…

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