Te veo en los matices

Te veo en los matices

María era demasiado pequeña como para saber el verdadero significado de la muerte. Con apenas cinco años no era consciente de que su abuelo Víctor nunca más volvería a pellizcar dulcemente sus mejillas rosadas. Siempre lo hacía cuando entraba a la cocina mientras él preparaba el menú del restaurante. Lo único que entonces sabía era que su querido abuelo «se había ido al cielo con los ángeles» o, al menos, eso le contestaban su abuela y su madre cada vez que, con su inocente voz, preguntaba por su paradero.

Pero María ha crecido, y ahora sabe que la muerte significa que nunca más habrá pellizcos cariñosos ni besos de despedida. Ahora no está segura de si su abuelo está en el cielo o en cualquier otra parte del universo.

Lo que conoce con certeza es que su esencia la envuelve cada vez que entra en la cocina del restaurante y su abuela está preparando el que era el plato estrella del abuelo: cordero con salsa de almendras al romero. Ese olor que se cuela en sus fosas nasales es tan intenso, tan embriagador que cree ver como su abuelo le devuelve una sonrisa de complicidad. Y el sabor… ¡Qué decir de semejante montaña rusa de sabores para las papilas gustativas! Cada vez que ingiere un bocado imagina a su abuelo sentado, presidiendo la mesa en una comida familiar mientras todos ríen con sus chistes. Con los matices cítricos su mente deambula por su infancia. Deambula por todos los momentos que le regaló jugando en el parque a cazar mariposas y hadas imaginarias. Con las pinceladas dulces su corazón se encoge al recordar el calor que desprendían los dedos del abuelo cuando la sostenía en brazos y le contaba sus aventuras en «la Mili» o en la granja del bisabuelo cuidando a los cerdos. Entonces, una lágrima recorre suavemente los surcos de su cara. Y cuando se posa en sus labios, no puede evitar que el sabor salado la seduzca susurrándole que gracias a los sentidos su abuelo sigue presente. Ella bien sabe que nadie muere mientras otra persona lo recuerde. Aunque ese recuerdo se esconda en los matices de un bocado comestible o en el aura polvorienta del olor de un plato que alimenta.


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