Compañeros de Cuerpo

Compañeros de Cuerpo

Paco Jiménez

29/10/2018

Llegó el momento de mi jubilación. El capitán general del cuerpo de bomberos estaba alabándome exageradamente, pero es lo que siempre se había hecho al jubilarse un compañero del gremio. Ya han retirado a cuatro verdaderos amigos del grupo de rescate. Ahora es mí turno.

  • «Han sido en muchas operaciones donde, no solo compañero sino amigo, la gran mayoría de los que estamos presentes aquí hoy nos sentimos orgullosos de tu labor. Incluso a más de uno de nosotros nos has sacado de algún que otro apuro, entre ellos yo».

La verdad sea dicha. Me he jugado mucho el tipo, en algunas ocasiones sin mirar por mi integridad como bombero. Me siento muy entregado a mi oficio. Por mi labor he sido condecorado en varias ocasiones. Una de ellas, de manos del mismísimo Rey Juan Carlos I en 2010. Este fue uno de los peores años en catástrofes naturales. Recuerdo que España mandó a un grupo de ayuda humanitaria a dos terremotos fuera de nuestro territorio. El primero de ellos en Haití. Fue la catástrofe peor vivida. Se contabilizaron más de doscientos mil fallecidos. Nuestro grupo, junto con bomberos estadounidenses, italianos y franceses, conseguimos rescatar con vida a cientos de víctimas las cuales podían haber fallecido durante esos días angustiosos bajo escombros. Pero un par de meses después o así, nos sacudía otro seísmo aún peor que el de Haití, en Chile, quinientas veces más destructivo que el de la isla caribeña. Por suerte, se localizó en una zona poco poblada. Fallecieron alrededor de unas ciento cincuenta personas. Lo duro es cuando nos topamos con un fallecido o varios. Aquí es cuando nos venimos abajo, pero hemos de sacar energía rápidamente pues hay más vidas que localizar y ayudar a sobrevivir a este horror.

En la ciudad en la que sirvo podemos gozar de no tener intervenciones por catástrofes de carácter natural pues apenas tenemos. Sí hemos tenido que actuar en accidentes muy brutales, sobre todo de vehículos los cuales quedan completamente destrozados, cuando no, calcinados. Para esto estamos entrenados todos nosotros. Para saber reaccionar y actuar con astucia y muy atentos a cada centímetro de terreno que vamos explorando pues, encontrar con vida una persona depende de nuestro instinto y es crucial en el menor tiempo posible.

Ayer terminé con mi última salida, siendo elegido para ayudar a solucionar este caso. La búsqueda incesante de una chica desaparecida haciendo senderismo por el Parque de Doñana. Terminó apareciendo, pero demasiado tarde. El cuerpo se halló en muy mal estado. El que hiciese daño a esta chica no tenía corazón. Aquí nosotros también nos hundimos como el resto de compañeros. Pero he tenido la gran suerte de trabajar en un cuerpo de servicio nacional, ejemplo de superación y entrega.

Por cierto, me llamo Adonis, raza labrador retriever. Tengo doce años. He trabajado para el cuerpo desde mi primer año de vida. Doy gracias a Adolfo, mi cuidador. Me ha acogido en casa como uno más de la familia.

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