El Cáncer, una Luz en mi Sombra

El Cáncer, una Luz en mi Sombra

Era el doceavo día de mi lucha contra la muerte, a casi dos semanas de mi diagnóstico, el sufrimiento emocional era aún mayor que el físico, no había analgésico que aliviara el dolor en la columna, el cáncer estaba ganándome la batalla. Ese día decidí rendirme. Un grito en silencio invadió aquella habitación del hospital… le pedía a Dios morir.

Una experiencia espiritual e inefable me atrapó. Tomé consciencia que no era mi momento de partir, sin embargo, también supe que nunca le ganaría la batalla al cáncer, le había otorgado poderes que me sobrepasaban, le había otorgado todo lo necesario para derrotarme, mi lucha era su alimento y lo hacía cada vez más invencible.

Descubrí que la batalla era contra de mi Sombra: todo aquello que había alejado de mi consciencia, lo que no quería ver, todo lo etiquetado de oscuro en mi vida. Era una guerrera silenciosa, con una gran influencia, capaz de manejarme cual marioneta en una feria de pueblo. Sin darme cuenta, guiado por un instinto en un principio inaceptable, sucumbí y dejé de luchar. El mundo se me mostraba de una nueva manera, todo comenzó a cambiar, era más liviano, el dolor poco a poco cedió. Experimenté una extraña cercanía a la enfermedad y reconocí en ella, esa gran amiga que me salvaba de emociones que me devastaban. Allí comencé a tomar conciencia de la sabiduría de la vida, solo tenía que permitirle guiarme.

El cáncer tomó mi mano y me brindó el aprendizaje más hermoso que he vivido. Me internó al mundo de mi oscuridad, fui identificando momentos que condené al olvido, reconocí la responsabilidad sobre mi Sombra, supe que era el origen de todos los sufrimientos. Sin embargo, también reconocí que siempre había dado lo mejor de mí, con el nivel de conciencia vivido en cada momento. Me sentí inocente y eso significó quitarme un gran peso de encima.

Esta experiencia se convirtió en un camino de sanación, uno que solo podía ser elegido y recorrido por mí, donde estaban invitados todos aquellos que elegirían apoyarme durante el recorrido. En él, conocí mi mejor versión y aprendí todo lo que necesitaba para transformarme y finalmente dejar ir al cáncer, agradeciéndole por sus beneficios. Aquella palabra que tanto había escuchado, se manifestaba a través de mí, era resiliente, había superado una gran adversidad, quizás la más demandante, una que me había dejado una gran bendición, me había transformado en alguien diferente, no mejor, pero sí distinto y más libre.

Era una pieza modificada de un puzle, que no calzaba en el tablero que representaba mi historia de vida, no quise luchar y comencé a armar uno nuevo sin ningún tablero como referencia, creé múltiples representaciones, sin limitarme a soluciones definidas. Me expresaba en versión original, no tenía que adaptarme, todas las piezas encajaban armónicamente en cada obra co-creada. Había descubierto el secreto de la vida, acepté y permití que el Ser se manifestara a través de mí.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS