Sr. Zheimer de nombre Al

Sr. Zheimer de nombre Al

RONI

09/11/2018


Traje gris y sombrero, así era el señor que a menudo me encontraba por todas partes. Siempre tenía una gran sonrisa y me saludaba bajando delicadamente su sombrero.

Era maravilloso descubrir que aún existían hombres así.

Consiguió trasladarme a un pasado hermoso, lo que no esperaba es que también me llevara a un presente tan doloroso.

Una mañana desperté sobresaltada al oír un ruido en el baño. El corazón me latía con fuerza, no me atrevía a salir de la cama, pero, sabía que había alguien allí. Escuchaba el sonido del agua del grifo, y la voz de un hombre tarareando.

No sabía qué hacer, tenía tanto miedo de levantarme como de quedarme en la cama.

Mil vueltas le di a mi cabeza, hasta que me levanté despacio, intenté no hacer ruido y así poder pillarle desprevenido.

Cogí una linterna que siempre guardo en mi mesita de noche y me acerqué muy lentamente.

Al llegar al baño, el señor de traje gris y sombrero estaba allí, lavando tranquilamente sus manos.

Me quedé paralizada, no sabía que hacer ni que decir, cuando la linterna se desprendió de mis manos y al caer al suelo, el ruido lo sorprendió.

Pero él tranquilamente dijo:

– ¡Qué susto me has dado Sara! Y sonrió. Yo seguía paralizada, se acercó a mí, comencé a gritar, a pedir ayuda…

Él me pedía calma, pero yo estaba histérica, y me movía de un lado a otro.

Pensé en salir corriendo a la calle, cuando su mano firme me agarró, me giré y el espejo del pasillo me dijo la verdad.

¡Estaba sola!

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y con terror me giré de nuevo y él estaba allí.

Había perdido totalmente la cabeza, dije en voz alta, a lo que el comentó:

– ¡No Sara!, ¡no estás loca!, lo que pasa es que no recuerdas quien soy, si me dejas, te lo vuelvo a explicar.

Asentí con la cabeza y bajamos despacio al salón porque las piernas me temblaban.

– Soy el Sr. Al- Zheimer, tú me llamas Al y vine hace tiempo para intentar explicarte que tu vida iba a cambiar, quería ayudarte poco a poco a no tener miedo y que supieras que no te dejaré sola.

– “…Haré pedazos tu alma, destrozaré tu cabeza y tu cuerpo, sentirás que limito tu vida con cadenas y absorberé tu esencia…”

Las lágrimas brotaban por mi rostro, estaba en estado de shock, no podía hablar y él seguía horrorizándome con sus palabras.

– Se que estás aterrada, pero te prometo que un día me verás y ya no te asustarás, porque te acordarás de los momentos tan increíbles que pasamos cuando estamos juntos e ignoramos al mundo.

– Viviremos en nuestro mejor sueño, iremos y volveremos cada día y poco a poco nos iremos instalando en ese lugar.

– Hasta que un día, nos quedaremos juntos allí y no volverás a sufrir…

– ¡Cállate!

Fui hacia el espejo, y me reencontré con mis ojos… con mi YO.

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