Mike hace cuatro años era chef, tenía su propio restaurante y clientes por doquier. Ganaba mucho dinero y se compró un lujoso piso en Madrid centro con su novia, los dos vivían felices hasta que la cabeza de Mike enfermó por una terrible agorafobia. Por eso, él ya no trabajaba, pasaba el día en casa mirando por la ventana. Había engordado 40kg de ir de la nevera a la cama, pues llevaba cuatro años sin salir de casa para nada. Su novia era quien compraba por él y le hacía todo.

Tiempo atrás, ella llevó a un psicólogo a su casa y lo que le diagnosticó fue agorafobia, un terrible miedo a salir a la calle. Tenían que encontrar la raíz de ese miedo para curarlo, algo le pasaría algún día en la calle para no querer salir más. También le prohibió ver el telediario, pues eso deprimiría aún más al enfermo y le haría tener más miedo a salir, viendo las bombas, los robos y otras atrocidades cometidas .

Mike se sentía seguro en su casa, pensaba que allí nunca le ocurriría nada. Aquel lugar era su guarida, su cobijo, cual un feto en el vientre de su madre se siente seguro, así se sentía él. Pero su novia ya estaba cansada, no podía salir con él ni al cine, ni a una cena romántica no podían hacer nada juntos en el exterior. Sin hablar de que si él no acudía a su restaurante tenían muchos menos ingresos en sus cuentas bancarias . Pero Mike no podía solucionarlo, solo sabía que esto se estaba incrementando, empezó con una idea de que cuando salía se sentía mal y así fue evitando el salir. Pero también sabía que si no salía algún día su novia le acabaría dejando.

Ella quería ayudarle, le dijo que lo intentara poco a poco.

– Un día bajas hasta el portal y ya está, pero al siguiente cruzas la esquina y al otro el semáforo. Está técnica se llama exposición progresiva pues progresivamente te irás enfrentando a tu monstruo.

-No. ¡No puedo hacerlo!

-Pues hagamos otra cosa, una lista de cinco actividades que te gustaría realizar. Las realizaremos todas juntas y así verás que todo esto es tan solo una idea de tu cabeza, no un peligro real.

-Te he dicho que no puedo, me da miedo. ¿Te crees que llevo cuatro años encerrado por gusto?. No saldría ni aunque en esta casa hubiera un incendio,¿comprendes?.

– Escúchame bien, encontraré la manera de que salgas de casa y pierdas tu miedo o me perderás a mí para siempre.

Pasaron los meses y todo seguía igual hasta que ella le dijo que había quedado para cenar con su jefe. Mike le pregunto si era por un asunto de negocios pero en su corazón sabía que no. En cuanto la vió bajar con su mejor vestido y montarse en el coche del jefe, Mike no lo dudó dos veces y salió corriendo tras ella venciendo así su miedo.

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