Me voy a morir en una semana. Y estoy aquí porque quiero hablar de eso. Necesito ponerlo en palabras. No para que cambien las cosas, ya sé que es imposible. Se trata de aquello que llaman destino. Pero puedo asegurar que esta semana que tengo por delante será la más intensa.
Hay dos maneras de enfrentar esto. O se sufre o se celebra. Quiero decir, aún me queda una semana. Hay tantas que ya no pueden decir lo mismo. Seré todo lo que quise ser. Seré primavera, colores, brisa. Seré poesía, me haré canción y cuento. Seré buena suerte, bendito azar, coincidencia.
En cinco minutos entraré volando al restaurante y me posaré sobre el cabello de la rubia que come su Tataki de atún con sésamo negro y salsa de jengibre. El chico moreno que no ha dejado de mirarla, sonreirá.
Y seré historia.
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