Me cansé de crepúsculos interrumpidos prematuramente por gigantes de mil ojos en su vientre, donde podía observar a todos en su rutina absurda de melancolía, oscuridad, alegrías o tristezas, pero completamente ajenos a los pomos de óleo que en cada atardecer natura explotaba con su diáfano pincel creando un efímero mural mas allá de nuestros ojos, tremenda obra de arte a espaldas de bloques de cemento y antenas contaminantes.
Me alejé de todo aquello, puse mi cuerpo a vagar, buscando ver al destino cara a cara, con mi frente en alto. Nadie entendió mis motivos, no me importó, cambié esas peceras donde durante años fui y vine como un cobayo para obtener la recompensa de ser considerado, aceptado, se suponía que lo tenía todo, que para eso se lucha en la vida. Craso error.
Hoy mi andar más pausado, más tranquilo, me lleva por vías lácteas que tienen para mí en cada recodo, en cada lumbrera una sorpresa que expande mi mente, me descubro como una pequeña partícula en el cosmos, pero capaz de las mayores proezas, porque me siento apto para recibir y dar amor y fundamentalmente respetar a la tierra que transito, que me pide que la ame tal cual es, no la modifique, no arruine su perfección.
Disfruto el amanecer, el camino, la manzana hurtada, la zanahoria compartida con un conejo amigo. El sol dora mi piel, me llena de energía y para el frío siempre tendré un refugio, los ocasos al fin son todos míos y se convierte en interminable lo que solo dura un momento.
No extraño la fría servidumbre del séquito de estúpidos robots que colmaban mi cocina, solo tengo que extender mi mano para que una fruta llegue a mi boca o usar mi intelecto para saciar mi hambre con un exquisito pez donado por el bello río de aguas mansas.
Volví a la naturaleza, regresé a nuestras raíces, ahora, visto desde aquí, al hombre se lo observa como una descontrolada plaga que está destruyendo el edén que nos regalaron, al menos yo me siento redimido y feliz, hasta el día que la tierra me reclame para que mi cuerpo pase a formar parte de ella, el mismo lugar donde terminaras tú, sin llevarme ni siquiera una sola cosa por las que tú hoy te desvelas pensando en como conseguirlas.
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